El clásico que nunca falla, pero con un toque moderno que te sorprenderá. No sé si a ti también te pasa, pero hay días en los que necesito reencontrarme con los sabores de siempre. Me encantan estos platos que, por más años que pasen, siguen funcionando como el primer día . Y es que hay combinaciones que no pasan de moda, como el pescado blanco y la salsa verde , con su ajo, su cebollita y ese chorrito de vino blanco que le va como anillo al dedo. Ahora bien, si te digo que esta versión viene acompañada de unas bolitas crujientes de confitura de tomate y queso de cabra, puede que me mires con cara rara. Pero espera, porque este giro moderno le da a este plato una guarnición que no solo queda espectacular, sino que aporta un contraste dulce-salado que eleva el conjunto al altar de los dioses. Lo bueno de esta receta es que no pierde la esencia de lo tradicional , pero se atreve a jugar con texturas y sabores. A mí me recuerda a esas películas en blanco y negro a las que les han puesto color, siguen siendo una obra de arte, pero ahora brillan todavía más. Un plato que respeta lo de siempre… y se atreve con lo nuevo Esta receta tiene algo muy especial. Por un lado, rescata un plato tradicional que todos hemos comido alguna vez, con esa salsa que tanto gusta y el pescado jugoso que se deshace al tocarlo. Pero por otro, le añade una nota sorprendente que le da vida propia : las bolitas de tomate y queso, con su crujiente por fuera y ese corazón dulce y cremoso por dentro, son puro espectáculo. En casa, la primera vez que lo hice, no hubo quien no preguntara por “esas croquetitas tan raras”. Cuando conté lo que llevaban, hubo quien torció el gesto… hasta que las probó. El contraste con la salsa verde es tan delicioso que desde entonces no me dejan hacer la pescadilla “de la antigua usanza”. Ideal para una comida especial, sin complicarte demasiado Aunque el paso de las bolitas pueda parecer algo elaborado, te aseguro que todo se puede dejar preparado con antelación . La salsa verde se recalienta sin problemas y las bolitas se pueden tener montadas y listas para freír en el último momento. Es, por tanto, una receta perfecta para cuando tienes invitados o te apetece darte un homenaje sin complicarte la vida. Y si prefieres algo más rápido, puedes prescindir de las bolitas y quedarte con la pescadilla y su salsa, que ya de por sí es un triunfo asegurado. Pruébalo, y verás como en tu casa también terminan preguntando por “esas croquetitas raras”…