No sé si a ti te pasa, pero a mí, muy a menudo, me faltan ideas para preparar en casa. Siempre acabo recurriendo a las mismas recetas, que me encantan, pero me gustaría también tener más platos "de cabecera" para poder ampliar mi repertorio.
Este pastel de patata y zanahoria, por ejemplo, es uno de ellos. Fácil, barato y muy resultón, es un primer plato muy sabroso. Sí, sí, es muy sabroso, aunque a priori pudieras pensar que una receta a base de patata y zanahoria... pues es un pelín sosa. El toque de pimienta y nuez moscada, los toquecitos de mantequilla y las hojas de salvia fresca le dan una potencia de sabor inesperada.
La salvia es una hierba aromática originaria del Mediterráneo que tradicionalmente se ha usado en cocina para dar a las recetas un sabor ligeramente amargo y terroso y también muy refrescante. Hay diferentes tipos de salvia y es cierto que quizás no es tan fácil encontrarla fresca en el lineal del supermercado (al menos, no tan fácil como encontrar albahaca, menta o cebollino). Por eso, yo tengo una macetita en casa donde tengo plantada mi propia hierba de salvia. Además de sus usos en la cocina, como en esta receta, decora y aromatiza, ¡es un 3 en 1!
Volviendo a la receta de hoy, este pastel de patata y zanahoria lo tiene todo para convertirse en uno de tus platos favoritos. Y es que, además de ser muy sencillo de realizar, ya que parte del trabajo se hace en el horno, queda tan vistoso y tiene un sabor tan agradable que conquistará tu paladar y el de todos tus comensales.
Ideal para servir como entrante o como guarnición de cualquier plato de carne o de pescado, esta propuesta te hará quedar muy bien tanto en una comida de diario como una celebración especial.
El encanto de este pastel es la combinación de colores que forman las patatas y las zanahorias. Para que quede una espiral perfecta, es importante que no haya mucha diferencia de tamaño entre las rodajas de ambas hortalizas. Para conseguirlo, a la hora de comprar las hortalizas, procura que las patatas sean alargadas y las zanahorias, grandes y gruesas. Así quedarán más parejas.
Con las patatas se pueden cocinar platos de todo tipo. Prueba, por ejemplo, las patatas rellenas con bechamel de roquefort y nueces, la lasaña de patatas, puerro, queso y panceta ahumada o el pastel de patata con pisto de berenjena.