Hay algo profundamente reconfortante en una buena sopa de pescado . Es ese tipo de plato que no puede faltar en comidas familiares, celebraciones en casa y que siempre sale bien . En esta versión, que puedes preparar sin complicaciones y con ingredientes fáciles de encontrar, el resultado es un caldo sabrosísimo con gambas, almejas y mejillones que da la bienvenida a cualquier mesa con un aire festivo que enemora. Recuerdo que la primera vez que preparé una sopa como esta fue casi por accidente, iba a hacer un fumet y acabé añadiéndole tantas cosas al caldo que se convirtió en un plato principal. Y qué acierto. Desde entonces, no hay Navidad, comida de domingo o cena con amigos en la que no me pidan “la sopa de marisco esa que haces tú”. Hoy te traigo la receta con un toque clásico, muy sencilla, que se puede preparar incluso el día anterior (de hecho, mejora con el reposo). Y lo mejor: puedes adaptarla según lo que tengas en casa. ¿Y si quiero darle un toque diferente? Si no tienes almejas o mejillones, puedes hacerla solo con gambas y añadir unos trocitos de pescado blanco limpio al final. También puedes sustituir la picada por una cucharada de almendra molida si vas justo de tiempo. Y si te gusta el picante, un toque de guindilla en el sofrito puede darle un aire más atrevido. Truco para que la sopa tenga más sabor Cuando cuezas el marisco al vapor, no tires el líquido que suelten los mejillones y las almejas. Cuélalo bien y añádelo al caldo base: concentrarás todo el sabor marino y la sopa ganará cuerpo y profundidad sin necesidad de pastillas ni concentrados. Una receta ideal para abrir una comida de celebración, una cena ligera, o simplemente, darte un capricho entre semana. Acompáñala con pan tostado o crujiente y ya tienes un plato de lujo. Anímate a prepararla. Esta sopa con pescado es uno de esos platos que parecen complicados pero no lo son. Lo único que necesitas es un poco de mimo y buenos ingredientes . El resultado, ya te aviso, es de los que sorprende. Y si la sirves con una cucharadita de alioli suave o un chorrito de aceite de oliva al final, ya tienes el aplauso asegurado.