Miguel Ángel Revilla, sobre el arte de degustar anchoas: "Esto en la Casa Real no lo puedes hacer"

Miguel Ángel Revilla nos enseña a disfrutar las anchoas como en el norte para disfrutarlas al máximo

blanca mas de xaxas
Blanca Mas de Xaxas

Redactora especializada en gastronomía

Miguel Ángel Revilla
@revillamiguela

Las anchoas del Cantábrico son un manjar que admite todo tipo de preparaciones: desde pinchos fáciles para el aperitivo, hasta ensaladas completas como estos cogollos al ajillo con mozzarella y anchoas, o propuestas más sofisticadas como los espárragos en conserva con verduritas, encurtidos y anchoas. Pero si hay alguien que sabe cómo disfrutar de verdad de unas buenas anchoas, ese es Miguel Ángel Revilla. El expresidente cántabro y apasionado embajador de los productos de su tierra ha compartido su forma favorita de comerlas en casa. Y lo mejor de todo: no puede ser más sencilla.

En su entrevista para el programa "No es país para sosos" de la EITB, la conversación arranca entre bromas, pero pronto se transforma en una adoración a la cocina del norte. Con una lata de anchoas abiertas y las manos como único utensilio, Revilla no duda en mostrar cómo se saborea una buena anchoa “como Dios manda”. “Esto en la Casa Real no lo puedes hacer”, suelta entre risas mientras mete los dedos en el aceite para preparar un bocado para Ramón. Es un gesto que resume muy bien su carácter: natural y espontáneo.

"Donde mejor se come es en el Norte"

Entre bocados, Revilla no duda en lanzar una de sus ya míticas frases: “Donde mejor se come es en el Norte”, asegurando que la riqueza gastronómica de regiones como Cantabria o Euskadi no tiene rival. “Nosotros tenemos huerta, mar, vacas… Tenemos de todo. El Cantábrico nos da lo mejor”, afirma con entusiasmo. Y aunque se ría cuando Ramón le recuerda que en Euskadi también tienen alubias, pochas y vino excelente, sus creencias siguen intactas.

Revilla habla de sus años como estudiante en Bilbao, una época difícil en la que tuvo que ingeniárselas para salir adelante. En una de las confesiones más personales del vídeo, reconoce: “Yo he robado muchos pinchos de bonito”, refiriéndose a cómo se las apañaba en los bares del Casco Viejo cuando era estudiante. Eso sí, aclara que no era robo como tal, comenta que enrollaba al camarero, y él mismo le metía cuatro canapés en una bolsa. 

Fiel al espíritu del programa, Revilla no pierde la oportunidad de soltar otra de sus perlas: “Los sosos que se queden en casa”. La frase, tan suya como sus discursos, resume a la perfección la charla: una celebración de la alegría de vivir, de comer bien, de disfrutar de los pequeños placeres sin protocolos ni formalidades. 

Durante el encuentro, los dos anfitriones también brindan con vino, traído por Ramón desde Euskadi, y otro elaborado en la zona de Villaverde, defendiendo con humor el sabor de sus respectivas tierras. “Yo diré que el mejor es el tuyo, porque estoy en tu terreno”, dice Revilla, antes de matizar: “Aunque probablemente lo sea de verdad”.

Más que anchoas

Este encuentro entre amigos es, en realidad, una declaración de intenciones. Para Miguel Ángel Revilla, comer no es solo alimentarse: es una forma de reivindicar lo local, de conectar con las raíces y de compartir. La forma en la que se come dice mucho de cómo se vive, y para él no hay nada más importante que hacerlo con autenticidad.

Así, entre bocados de anchoa, brindis y risas, el vídeo se convierte en una lección de vida con sabor a norte. Porque, como bien dice Revilla, “esto en la Casa Real no lo puedes hacer”, pero en una mesa de Cantabria, sí. Y ahí es donde él se siente verdaderamente en casa.