David de Jorge, chef y su truco infalible para el mejor sofrito: "No es raro que el fondo de la cazuela acabe negro como el tizón, la clave de la cocina son los caramelizados"

Aprende a preparar el sofrito perfecto de la mano de uno de nuestros chefs más laureados.

victor fernandez cocina facil
Víctor Fernández

Redactor y cocinero

David de Jorge
Instagram @elhormiguero

Si hay alguien que ha hecho de la cocina casera un arte accesible para todos, ese es David de Jorge. Conocido por su apodo televisivo Robin Food y su inseparable complicidad con Martín Berasategui, David lleva años regalándonos trucos sencillos y sabrosos que salvan a cualquiera en los fogones. Y hoy venimos a recordar uno de esos consejos de oro: el truco infalible para que un sofrito nunca, nunca se te queme. La próxima vez que pongas en marcha un sofrito, ya sea para una paella, un guiso de carne, unas legumbres o una salsa, la recomendación estrella del chef será un acierto seguro.

Porque sí, hacer un sofrito parece fácil, pero también puede convertirse en un campo minado. “Entre atender mil cosas en la cocina y confiarse de más, no es raro que el fondo de la cazuela acabe negro como el tizón” afirma el chef. Y un sofrito quemado, amigo, es una sentencia de muerte para cualquier plato. David de Jorge, que siempre ha defendido una cocina sabrosa, libre de postureos y pensada para disfrutar, tiene la solución perfecta.

“En la cocina de casa no hay que volverse loco, hay que hacer las cosas sencillas y con amor”, recuerda David parafraseando a su amigo Martín Berasategui, quien siempre ha apostado por una cocina honesta, de chup chup, cazuela y alegría. Y, fiel a esa filosofía, su truco para salvar los sofritos no podía ser más sencillo: añadir un poco de caldo, o incluso agua o vino, en cuanto veamos que el fondo de la cazuela empieza a secarse. El truco es tan fácil como efectivo.

El truco de Robin Food para sofritos perfectos

La idea es no dejar nunca que el sofrito llegue al punto en el que los azúcares naturales de la cebolla, el ajo o el tomate empiecen a caramelizarse en exceso y, peor aún, se quemen: "La clave de la cocina son los caramelizados" dice el chef. Con solo un chorrito de líquido, conseguimos que todo siga cocinándose de forma suave, liberando sabores y aromas sin que se nos pase de cocción.

Además, como bien señala David de Jorge, este pequeño gesto no solo mejora el sofrito, sino que también reduce las calorías finales del plato. ¿La razón? Que no es necesario abusar del aceite para que el sofrito no se agarre. En vez de añadir más grasa, simplemente hidratamos el fondo y mantenemos todo jugoso y sabroso. "Para vencer la tentación del aceite de oliva, añadimos un poco de agua al sofrito" explica David.

Una técnica de cocina humilde, práctica y que cualquiera puede aplicar, tenga o no experiencia tras los fogones.

Cómo aplicar el truco paso a paso

Ten siempre a mano un cacito de caldo caliente, agua o incluso un vino blanco seco. A medida que notes que las verduras empiezan a pegarse al fondo de la sartén o cazuela, añade un chorrito de líquido y remueve con una cuchara de madera.

El líquido levantará el sabor adherido en el fondo, aportará humedad y permitirá que el sofrito siga cocinándose de manera lenta y controlada. Puedes repetir esta operación las veces que necesites, añadiendo siempre pequeñas cantidades de líquido para no ahogar el sofrito.

De esta forma, no solo evitarás quemarlo, sino que conseguirás un fondo más sabroso, concentrado y aromático.

Un truco sencillo que marca la diferencia

Puede parecer una tontería, pero como bien demuestra David de Jorge, la cocina está llena de gestos pequeños que marcan una gran diferencia. Dominar un buen sofrito es como tener una llave maestra en la cocina, te abre la puerta a infinitos platos sabrosos.

No hace falta hacer virguerías ni buscar atajos complicados, la clave está en cuidar los tiempos, respetar los ingredientes y, como dice David: “no obsesionarse con trascender, sino disfrutar cocinando para los que queremos”.

Así que ya sabes, la próxima vez que veas que tu sofrito empieza a secarse, no te asustes. Echa un poquito de caldo, baja un pelín el fuego y sigue cocinando con calma. Tu paladar y tu cazuela te lo agradecerán.