Flan y bizcocho. ¿Se te ocurren dos postres más tradicionales de la abuela y que nunca pasarán de moda? Dos postres o, mejor dicho, dos dulces que se han elaborado desde siempre en la mayoría de hogares de este país, con recetas similares pero con toques diferentes en cada casa y que han ido pasando de generación en generación.
Y que no solo se tomaban a la hora del postre, sino como desayuno, o como merienda. Quien más quien menos recuerda ese bizcocho que hacía la abuela, o el flan de su madre, como en mi caso.
El flan es una de esas elaboraciones dulces que puede preparar cualquiera, por menos experimentado que sea en las tareas de la cocina. Al final, solo se trata de batir los ingredientes y cocerlos en el horno, eso sí, al baño maría, que es una técnica de toda la vida y sin duda es más complicada de explicar que de hacer. La idea es que el recipiente del flan se coloque dentro de otro recipiente mayor con una base de agua, que es la que transmite el calor de forma suave y homogénea y permite que el flan cuaje a la perfección y quede suave y cremoso, como tiene que ser.
Por su parte, el bizcocho es un dulce que tampoco tiene mucho misterio, al menos a la hora de preparar la masa. Otra historia es el horneado, para eso cada cual debe conocer muy bien su horno (algo que solo se aprende a base de práctica).
Pero a lo que vamos hoy es a preparar una receta que combina estas dos elaboraciones básicas, el flan y el bizcocho, en un mismo postre. Primero se elabora la mezcla del flan y luego se pone encima la masa del bizcocho. Y se hornea todo junto, a la vez, al baño maría. Suena complicado pero no lo es, ¡también es apto para reposteros novatos!