Me encanta el olor a galletas recién horneadas , uno de esos pequeños placeres que tiene la vida. Preparar tus propias galletas caseras siempre merece la pena . Estas pastas de avena y sésamo son tan fáciles de hacer que cuesta no repetir la receta cada semana. Un bol, una cuchara de madera y poco más, y en menos de una hora tienes la masa lista para hornear. A mí me gusta prepararlas cuando tengo antojo de algo dulce pero no demasiado cargado. No llevan harinas refinadas en exceso, y la avena aporta ese punto saciante que hace que con una o dos te des por satisfecho. Son perfectas para llevar al trabajo, para acompañar un café a media tarde o incluso como desayuno improvisado cuando no hay tiempo para nada más. Además, aguantan muy bien varios días en un bote hermético, aunque rara vez llegan a la semana. Te adelanto que esta receta es que admite muchas variaciones . Puedes añadir un puñado de pasas, un poco de ralladura de naranja o unas pepitas de chocolate si te apetece hacerlas un poco más golosas. Pero en su versión básica, solo con avena y sésamo, ya están deliciosas. Te cuento cómo prepararlas paso a paso. Una vez frías, estas pastas quedan ligeramente crujientes por fuera y tiernas por dentro. La avena y el sésamo crean una textura muy agradable y un sabor natural que recuerda a las recetas de antes. Son perfectas para quienes buscan una alternativa a las galletas industriales , mucho más saludables y sin aditivos raros. Y lo mejor: puedes prepararlas en casa sin ningún misterio. Con estas galletas todo son ventajas. Te adelanto que esta receta es perfecta para introducir a los niños en la cocina , o simplemente entretenerlos un rato. Les encantará formar las bolitas con las manos y aplastarlas en la bandeja. ¡Anímate a pasar un buen rato en familia! Además, puedes aprovechar para hablar de los ingredientes y sus beneficios: la avena como fuente de fibra, el sésamo por su contenido en calcio… Al final, acaban comiendo mejor si han participado en el proceso. Anímate a prepararlas en casa. Son fáciles, rápidas, y mucho más sanas que cualquier galleta de supermercado. Si las guardas en una caja metálica o un tarro de cristal bien cerrado, se conservan crujientes durante días. Eso sí, te aviso: vuelan. Así que si vas a compartirlas, haz doble tanda.