25 ensaladas originales: frescas, ligeras y facilísimas (con pasta, legumbres, frutas, pollo...)

• 16 mejillones
• 16 langostinos
• 4 aguacates
• 1 cebolleta
• 1 tomate
• ½ pimiento rojo
• ½ pimiento verde
• ½ pepino
• 4 tallos de cebollino

Para el aliño:

• ½ limón
• Aceite de oliva
• Pimienta negra
• Sal

1. Cuece el marisco

   Antes de nada, toca poner a punto los mejillones: repásalos con un cuchillo o un estropajo metálico para quitarles la suciedad de la concha. Si alguno está abierto antes de cocer o tiene la concha rota, mejor al cubo. Quita las barbas y dales un buen enjuague. Mételos en una cazuela con dos dedos de agua junto a los langostinos. Tapa y lleva al fuego hasta que los mejillones se abran. Los que no lo hagan, fuera también. Luego, pela los langostinos cocidos y resérvalos.

2. Prepara el aguacate y las verduras

   Parte los aguacates por la mitad, quítales el hueso y saca la pulpa con una cuchara para cortarla en daditos. Limpia la cebolleta y los pimientos, lávalos bien y trocéalos. Haz lo mismo con el tomate y el pepino: lavar, pelar y picar. El cebollino, bien lavado y picado finito, será el toque final de frescura.

3. Rellena los aguacates

   En un bol grande, mezcla toda la verdura picada con los dados de aguacate y el cebollino. Cuando tengas una mezcla bien colorida y fresca, rellena con ella las cáscaras de los aguacates vacías. Y para coronar cada uno, coloca un mejillón y un langostino encima, como si fueran joyas marinas.

4. Prepara el aliño

   Ralla la parte amarilla de la piel del limón ya lavado y exprímelo. En un cuenco, bate el zumo con la ralladura, cuatro cucharadas de aceite de oliva, una pizca de sal y otra de pimienta. El aliño tiene que estar equilibrado: ácido, fresco y con carácter.

5. Aliña y sirve

   Vierte con cuidado el aliño sobre los aguacates ya rellenos, como si fuera el broche final. Sirve enseguida para que el aguacate no se oxide y el relleno conserve su textura. Es un entrante vistoso, ligero y con aires de verano, perfecto para dejar a todos con ganas de repetir.

• 1/2 lechuga romana
• 2 peras
• 1 pepino
• 4 rábanos
• 2 diente de ajo
• 1/2 limón
• 250 gramos de queso fresco
• 250 gramos de yogur griego
• 1 ramita de menta
• Sal
• Pimienta

1. Prepara las verduras, que aquí empieza todo

   Lava bien la lechuga, sécala con mimo y córtala en tiras finas. Haz lo mismo con las peras, el pepino y los rábanos: lávalos con cariño, pela las peras y córtalas en daditos. El pepino y los rábanos, en rodajas finas, que den color y textura. Un truco: para que las peras no se oxiden y conserven ese brillo jugoso, riégalas con un poco de zumo de limón y resérvalas mientras sigues.

2. Dale sabor con queso y salsa de yogur a la menta

   Pela los ajos y córtalos en láminas finitas, casi transparentes. Luego, corta el queso fresco en dados del tamaño de un bocado. Lava unas hojitas de menta, pica la mayoría (reserva unas cuantas bonitas para decorar) y mézclalas con el yogur en un bol. Remueve hasta que la salsa quede bien ligada, fresca y aromática. Aquí está el corazón de la ensalada.

3. Monta la ensalada y dale el toque final

   En una ensaladera amplia, mezcla la lechuga con las peras, el pepino y las láminas de ajo. Salpimienta a tu gusto, añade los dados de queso fresco y, justo antes de servir, vierte la salsa de yogur con menta por encima. Remueve con cuidado para que cada bocado lleve un poco de todo. Decora con las hojitas de menta que reservaste y sirve al momento. Refrescante, ligera y con un puntito gourmet que nadie se espera.

• 200 gramos de arroz largo
• 75 gramos de queso de oveja tierno
• 1 ramita de perejil
• 200 gramos de champiñones
• 75 gramos de beicon en daditos
• 1 Dientes de ajo
• 1 cebollas
• 1 cucharada de vinagre de Jerez
• Aceite de oliva
• Pimienta negra
• Sal

1. Cuece el arroz como un profesional

   Pon una olla al fuego con abundante agua y sal, y cuando empiece a hervir, echa el arroz. Déjalo cocer unos 16 minutos o hasta que esté en su punto. Luego, escúrrelo y pásalo por agua fría para cortar la cocción. Este detalle es clave: así te aseguras de que el arroz no quede apelmazado y tenga ese toque suelto que tanto gusta en las ensaladas.

2. Prepara el acompañamiento con mimo

   Mientras el arroz se enfría, vamos con el resto. Pela y pica la cebolla y el ajo. Limpia los champiñones con un trapo húmedo para quitarles cualquier resto de tierra y pártelos en cuartos. Lava y pica el perejil. Por último, corta el queso de oveja en daditos pequeños, para que se repartan bien por toda la ensalada sin acaparar protagonismo.

3. Haz un sofrito con sabor

   Calienta tres cucharadas de aceite de oliva en una sartén amplia. Añade la cebolla y rehógala un par de minutos hasta que empiece a volverse translúcida. Incorpora entonces el beicon y el ajo, y cocina removiendo para que suelten todo su aroma. Al poco, suma los champiñones y el perejil, salpimienta y deja que se cocinen tres minutos más, lo justo para que cojan color pero sigan jugosos.

4. Sube el nivel con un toque de vinagre

   Cuando el sofrito esté listo, añade una cucharada de vinagre de Jerez. Déjalo reducir un minuto a fuego medio. Este paso es de los que marcan la diferencia: el vinagre aporta ese punto ácido que corta la grasa del beicon y realza los sabores del conjunto. Apaga el fuego y deja que repose un par de minutos.

5. Monta la ensalada y a disfrutar

   En un bol grande, junta el arroz con el sofrito aún templado. Añade los dados de queso y mezcla con suavidad. Puedes servirla así, con el arroz aún ligeramente caliente, o dejar que se enfríe del todo. Ambas versiones están buenísimas. Ideal para un táper, una cena informal o como plato único para esos días en los que te apetece comer rico sin complicarte la vida.