Hay platos que no necesitan presentación, solo un buen producto, un fuego encendido y una cocina con ganas. El bonito del norte es uno de esos ingredientes nobles que, con muy poco, consigue brillar. Y cuando lo acompañamos de una buena salsa casera de tomate y un toque de guindilla, lo elevamos aún más, sin tapar nunca su sabor. Hoy quiero hablarte de una receta sencilla, de las que se preparan en muchas casas cuando el pescado es el protagonista del día: dados de bonito con salsa de tomate y guindillas. Es uno de esos platos que huelen a verano, a cocina sin prisas y a pan mojado en salsa mientras se charla en la mesa. Lo descubrí gracias a una amiga del norte que me insistía: “no hace falta mucho para que el bonito esté bueno, solo tomate y guindilla, como lo hacía mi abuela”. Y tenía razón. Desde que probé su versión, no he dejado de prepararlo cada verano, cuando el bonito llega fresco y en su punto justo . Aunque también es perfecto para el resto del año, si se consigue buen pescado o incluso con atún en su defecto. Consejos para que el plato salga redondo No cocines demasiado el pescado : El bonito es un pescado delicado. Si se pasa de cocción, se reseca fácilmente. Basta con dorarlo un poco por fuera, sin dejarlo mucho tiempo al fuego. Salsa bien concentrada : Tómate tu tiempo con el tomate. Cuando se reduce bien, gana profundidad y dulzura. Si tienes tomates frescos maduros, puedes usarlos en lugar del triturado, pelados y troceados. ¿No tienes guindillas frescas? Puedes usar guindilla seca o un toque de cayena molida, aunque el resultado no será exactamente el mismo. Las guindillas frescas dan un picante más sutil y un aroma verde muy especial. Pan a mano : Este plato pide pan. Y mucho. La salsa, con los ajos y el punto picante, es de las que no se pueden dejar en el plato. Atrévete con este plato y vuelve a la cocina de siempre Si buscas una receta que te haga quedar bien sin esfuerzo , estos dados de bonito con salsa de tomate y guindillas son una apuesta segura. Un plato que puedes tener listo en una hora, que llena, reconforta y deja a todos con ganas de repetir. Pruébalo, dale tu toque personal y acompáñalo con lo que más te guste. Y sobre todo, no olvides tener un buen trozo de pan cerca, porque esta salsa es de las que no se pueden dejar en el plato.