La guarnición más fácil y rápida: patatas risoladas, con mantequilla y aceite

Estas patatas, primero cocidas y luego doradas con mantequilla y aceite, son facilísimas y de lo más resultonas. Agrega romero o perejil ¡y a disfrutar!

 Patatas risoladas

Disfruta de estas patatas risoladas.

iStock
20 min

5

(1 voto)

Temporada:

Todo el año

Técnica:

Hervido

Rehogado

Tipo Plato:

Acompañamientos

Precio:

€ €

Dificultad:

Fácil

Que la patata es la reina de la despensa y es la guarnición más socorrida y versátil es un hecho bastante demostrable. Patatas fritas, chips de patatas, patatas gajo, patatas panadera, patatas mayordomo, patatas de bolsa, patatas a lo pobre, patatas Hasselback, puré de patata... y seguramente alguna que otra que no recuerdo en este momento. Y es que no hay técnica culinaria que se resista a este alimento básico, económico y nutritivo. Puedes freír, asar, cocer y risolar, justo el que veremos hoy.

Risolar proviene del francés rissoler y no es más que dorar o sellar los alimentos a fuego alto. Hay muchas recetas cuyo primer paso es este, de cara a que no se escapen los jugos del alimento en cuestión. En ocasiones, como sucede con las conocidas tradicionalmente en Francia como pommes risolées, antes de risolar habrá que blanquear o cocer el producto.

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Si tienes mucha prisa, puedes probar también esta otra receta de patatas al microondas:

¿Qué tipo de patata utilizar? Lo ideal es utilizar las patatas pequeñas de guarnición porque quedará mucho más fino y elegante. La receta es facilísima y muy rápida. Lo primero que tendrás que hacer cocer las patatas previamente peladas, pero sin pasarte porque luego habrá que dorarlas y no quedarían bien si se deshacen.

El secreto de su ese toque tan característico es que terminan de hacerse en mantequilla y aceite, lo que le proporcionará una costra dorada de lo más apetecible. En cuanto estén listas, sácalas de la sartén y espolvorea las hierbas aromáticas que más te gusten como perejil o romero. Recuerda lavarlas antes para eliminar cualquier resto de tierra que pueda haber en ellas. Hay quien añade un paso más y hornea las patatas en el horno a 220 ºC durante unos minutos, para terminar de darle ese toque tan especial. 

Ingredientes paraLa guarnición más fácil y rápida: patatas risoladas, con mantequilla y aceite

  • 250 gramos de patatas pequeñas
  • 1 cucharada de mantequilla
  • 1 cucharada de aceite de oliva
  • Romero fresco
  • Sal gruesa

1. Prepara las patatas

Pela las patatas con cuidado y córtalas en trozos de tamaño similar. En el caso de que fueran muy pequeñas, aptas para un bocado, déjalas tal cual para que no se deshagan.

2. Cuécelas 10 minutos

Lávalas muy bien y ponlas en agua fría con sal. Cuenta unos 10 minutos desde que el agua empiece a hervir. La idea es que estén algo tiernas pero firmes. Escúrrelas.

3. Dora en mantequilla y aceite

Dispón en una sartén caliente la cucharada de mantequilla y la de aceite. Agrega las patatas y deja que se doren por todos los lados. Sirve enseguida acompañadas de una ramita de romero bien lavada. Si no tienes, puedes utilizar perejil u otra hierba aromática. 

El truco

Cuanto más pequeñas sean las patatitas, menos tiempo necesitarás.

Consejos para unas patatas risoladas de 10

  • Cuando vayas a cortar las patatas peladas, asegúrate que son del mismo tamaño para que se hagan todas por igual. Primero tendrás que cocerlas sin pasarte de tiempo.
  • A continuación calienta una sartén antiadherente a fuego alto, genial si es de hierro fundido. Seguidamente tendrás que añadir la grasa en forma de aceite y mantequilla. Con una pequeña cantidad bastará, lo justo para que no se queme.
  • Cuando se haya calentado será el momento de incorporar las patatas. Dóralas unos minutos por cada lado, fíjate en cómo se van dorando para saber cuándo están listas.

Otras guarniciones de impresión

  • Los pimientos asados al horno son una de mis preferidas porque pegan con absolutamente todo. En este caso acompañan a una presa ibérica al brandy, aunque también te encantarán con pollo, pescado, huevos o patatas.
  • Otro clásico con muchísimos usos en la cocina es la cebolla caramelizada. No solo la verás como guarnición de carnes y pescados, sino también en tostas, guisos y similares. Aunque lo ideal es que la hagas en casa, también puedes encontrarla en el supermercado ya envasada y lista para consumir. Muy práctica.
  • Las cebollitas glaseadas que hace mi madre son de aúpa y triunfan siempre que las prepara. Aquí las verás con un costillar de cordero al horno y tomates cherry, pero puedes servirlas con lo que más te apetezca. ¡Anímate!
  • Los champiñones o setas al cava es otra guarnición que aprendí de mi madre. Es verdad que es un poco frustrante ver como "encogen" los champiñones pero tienen un sabor increíble y le darán un aire muy sofisticado a cualquier plato, por ejemplo al salmón. Merecen mucho la pena.
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