Puede que el nombre te despiste un poco. ¿Manjar de monjas? ¿Eso qué es? ¿Un postre antiguo? ¿Una reliquia conventual? Pues sí, efectivamente, lo es. Y también es una delicia que está a punto de desaparecer de muchas cocinas. Por suerte, Enrique Sánchez, chef televisivo, simpático y defensor incansable de la cocina tradicional, lo ha rescatado en su programa Cómetelo para que vuelva a brillar como merece. Y no solo brilla: enamora.
Este postre, de los de toda la vida, tiene un nombre tan bonito como su sabor. Se hace en un momento, con ingredientes que seguramente ya tienes en casa, y es tan sencillo que da gusto. “Lo haces sobre la marcha y lo puedes comer ya”, dice Enrique con esa naturalidad tan suya. Porque no todo tiene que ser moderno ni minimalista, a veces, el sabor está en lo más clásico.
Si te gustan el arroz con leche o la leche frita, este dulce es un híbrido perfecto, con un toquecito de miel, canela y fruta fresca que lo convierte en una fiesta discreta. Lo puedes servir como postre, como merienda o directamente para regalarte un dulce momento de felicidad. Y, ojo, que además no lleva gluten, así que es apto para celíacos. ¿Se puede pedir más?
Manjar de monjas
Para 4 personas
Ingredientes
- 750 mililitros de leche entera
- 50 gramos de harina de arroz
- 60 gramos de azúcar
- La piel de un limón
- 1 ramita de canela
- 1 cucharada de miel
- Canela en polvo para espolvorear
- Fresas (u otra fruta fresca de temporada) para acompañar
Cómo se prepara este postre de convento
Infusiona la leche
En un cazo, pon la leche con la piel de limón y la ramita de canela. Llévala a fuego medio y deja que tome sabor durante unos 5 minutos, sin que llegue a hervir fuerte.
Espesa con harina de arroz
Retira la piel del limón y la canela, y añade la harina de arroz poco a poco, removiendo con unas varillas. Aquí es importante no dejar de mover, para que no se formen grumos ni se pegue al fondo.
Sirve, decora y disfruta
Vierte la mezcla en cuencos individuales, espolvorea con canela en polvo y decora con unas fresas laminadas por encima. También puedes añadir un chorrito extra de miel si eres goloso. Listo para comer. Puedes servirlo templado o frío, pero como dice Enrique: “Se hace sobre la marcha y lo puedes comer ya”. Así que no te cortes.
El sabor de lo auténtico, sin complicaciones
Lo que más me gusta de esta receta es que no pretende impresionar a nadie. No hay sifones, ni espumas, ni nada que suene a restaurante de vanguardia. Y, sin embargo, es de esos postres que no se olvidan. Tiene ese sabor que te hace cerrar los ojos al primer bocado. La canela, la leche caliente, el dulzor de la miel... Es una cucharada de infancia, de convento, de cocina con delantal y radio encendida.
Además, se prepara en apenas diez minutos y es tan económico como agradecido. Si un día no tienes fruta, no pasa nada. Y si tienes otras a mano, como plátano, manzana caramelizada o unas cerezas, también le van de maravilla. Es un postre muy versátil que se adapta a lo que tengas por casa.
Una receta para compartir (y repetir)
Enrique Sánchez nos recuerda que la cocina tradicional sigue viva mientras la sigamos cocinando. Y este manjar de monjas, por mucho que no lo veamos ya en cartas de restaurantes ni en escaparates de pastelerías, merece seguir en circulación. Porque está riquísimo, porque es fácil, y porque nos conecta con una parte preciosa de nuestra cultura gastronómica, la que se hacía en los conventos, con cariño, con calma y con pocos ingredientes.
Y si tienes peques en casa, este es uno de esos postres ideales para introducirles sabores de siempre. No lleva ingredientes raros ni excesos de azúcar. Es sencillo, nutritivo y reconfortante.
¿Te animas a prepararlo?
Si tienes 10 minutos, tienes un postre que te va a sorprender. Apunta esta receta y si alguna vez te sobran fresas, leche o ganas de dulce, acuérdate del manjar de monjas. Enrique Sánchez ya lo ha dicho: "se hace sobre la marcha y se come al momento". Y, a veces, eso es lo que más necesitamos.