Los bizcochos forman parte de ese pequeño grupo de recetas que tienen el poder de hacerte viajar a la infancia al menos unos segunditos, en mi caso a esas meriendas en familia los domingos lluviosos. Cargados de sabor y con esa textura tan especial, los bizcochos siempre triunfan. Este de mandarina y coco tiene todo eso y un poco más: es esponjoso, saludable y tan fácil de preparar que te animarás a repetirlo una y otra vez . La gracia está en esa mezcla espectacular que resulta de combinar la jugosidad de la mandarina con el dulzor tostado del coco rallado y el toque rústico de la harina integral . Además, en lugar del típico azúcar blanco, se utiliza panela, que le da un sabor más profundo y natural. No es que sea un bizcocho de dieta, pero sí es de esos postres con los que una se queda con la conciencia tranquila y la sonrisa puesta. Puedes guardarlo en la cocina bajo una campana de cristal (si eres de esas personas organizadas que tienen una), o simplemente sobre un plato con un paño por encima . Acompañado de un café o una infusión, es el bocado perfecto a media tarde, o incluso como desayuno . Aunque os he de confesar que yo lo preparé un sábado por la mañana y al día siguiente ya solo quedaban las migas... Si tienes tiempo y quieres que el bizcocho suba todavía más, separa las claras de las yemas antes de batir los huevos . Monta las claras a punto de nieve e incorpóralas al final, con movimientos envolventes. Es un paso extra, pero marca la diferencia. Este bizcocho de mandarina y coco es ideal para cualquier época del año, pero en otoño e invierno, cuando las mandarinas están en su punto, es un auténtico espectáculo. Ligero, aromático y con ese punto dulce que conquista sin empalagar. Además, es un postre que no necesita coberturas ni florituras, se sirve tal cual, en rebanadas generosas, y con eso basta para conquistar a cualquiera. Si buscas una receta sencilla , pero con ese puntito especial que marca la diferencia, este bizcocho lo tiene todo: ingredientes accesibles, un sabor original y una textura que invita a repetir. Y lo mejor: es tan fácil de hacer que no necesitas experiencia previa ni utensilios raros. ¿A qué esperas para encender el horno y dejar que el olor a mandarina y coco llene toda la casa?