Mi limón, mi limonero

Recetas de familia

Cristina Alvarez, directora de Cocina Fácil
Cristina Alvarez

Directora de CocinaFácil.com

Tarta fría de queso y limón
Cocina Fácil / RBA / Cristina Alvarez

Mi hermana tiene un limonero en el jardín. Está repleto de limones, grandes y de piel gruesa, de esos perfectos para la ralladura de limón del bizcocho de yogur o el twist del gin tonic. Tiene tantos que cada semana reparte entre la familia y los amigos.

Desde que se compró la casa (con limonero incluido), hace ya casi dos años, en mi familia nos hemos especializado en hacer toda clase de recetas con limón. Saladas y dulces. Te pongo algunos ejemplos: pollo al limón (FALTA LINK), lubina en salsa de limónestofado de pavo al limón con hierbas provenzalesensalada de gambas al limónlimón heladopostre mágico de limón y galletasflan de limón sin horno... El último postre en llegar a nuestro recetario limonero familiar ha sido la tarta fría de queso y limón de la foto (FALTA LINK). No es por echarme flores, pero está que te mueres de buena, con un intenso sabor a limón y el punto justo de dulzor.

Cada vez que mi hermana me trae limones, aprovecho para contarle algo curioso sobre su árbol mágico. Puedes imaginarte la de historias limoneras que le he explicado en estos dos años. La semana pasada fue una leyenda preciosa sobre cómo nació el primer limonero del mundo. Es esta:

Cuenta la leyenda que en un lejano país de Oriente había una bella princesa que se enamoró de un maestro. Pasaban horas y horas juntos, él le enseñaba y ella aprendía a la vez que su amor iba creciendo. Pero la noticia llegó al rey, y él no iba a consentir que su hija estuviera con un hombre pobre. Así que mandó desterrar al maestro y a la princesa se le rompió el corazón. Se volvió un ser duro como la corteza de un árbol y se pasaba el día llorando lágrimas tan agrias que, resbalando de las mejillas a sus pies, acabaron convirtiéndola en limonero.

Más leyendas limoneras

En el siglo IV a.C., existió en Grecia un político llamado Clearco de Heraclea, famoso por matar a sus enemigos con una mordedura de víbora. Pero algunos de sus condenados lograban sobrevivir. ¿Cómo lo hacían? Bebiendo zumo de limón, que decían que era el antídoto al veneno de la mortal serpiente. Por eso el emperador romano Nerón, que estaba obsesionado con morir envenenado, tomaba zumo de limón a diario.

También tenemos en España nuestra propia leyenda, la del Limón de Oro. Dicen que, cada cierto tiempo (un año o un siglo, según quien lo cuente), aparece en la huerta murciana un limón de oro. Parece normal, pero su piel brilla más y su jugo, inagotable, cura el cuerpo y el alma. Dicen que quien lo prueba nunca más vuelve a sentir sed y que su aroma se le queda impregnado para siempre. 

No todas las historias son leyendas. Que la mafia siciliana nació a raíz de los limones es real. Se había demostrado que esta fruta curaba el escorbuto (una enfermedad que acababa con tripulaciones y ejércitos enteros), así que la venta de limones era un buen negocio. Los mafiosos empezaron a extorsionar a los cultivadores de limón de Sicilia para quedarse con parte del pastel... y así nació la Cosa Nostra.

Bueno, no me enrollo más que ya me he ido demasiado por las ramas (del limonero) en esta newsletter. Te dejo con las recetas de la semana.

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