El fin de semana está para desconectar y bajar el ritmo vertiginoso de la semana. Por eso, los sábados por la tarde-noche en casa solemos preparar picoteos y cenas ricas informales para disfrutar en familia y/o con amigos. Quiches, pizzas, focaccias, burritos, croquetas en formato mini o nuestra tradicional tortilla de patatas son algunas de las opciones más recurrentes.
Otra cosa que nos encanta es el pan de pita porque admite un montón de combinaciones. Lo que hacemos es preparar en distintos cuencos ingredientes como pollo cocinado, tomate, lechuga, aceitunas, maíz, zanahorias y salsas, y que cada cual se lo vaya rellenando a su gusto. Y, aunque por lo general solemos comprar el pan de pita porque es más rápido, otras veces lo preparamos desde cero.
Es una receta muy fácil donde el único secreto está en dejar reposar la masa en distintas ocasiones: 90 minutos una vez hayas mezclado todos los ingredientes, 30 minutos cuando hayas formado las bolas y 10 minutos cuando las hayas convertido en círculos.
Lo bueno es que una vez horneado se conserva bien 48 horas, siempre y cuando lo guardes en una bolsa con cierre hermético. ¿Vas a tardar más en utilizarlo? Congélalo directamente en una bolsa similar y descongélalo a temperatura ambiente.
Al igual que la mayoría de masas, esta es una receta para hacer en el horno. La buena noticia es que si te da pereza encenderlo, lo tienes estropeado o simplemente no tienes, puedes hacerla también a fuego lento en sartén.
Una vez los tengas horneados, envuelve los panes con un paño limpio y deja que se enfríen así, de esta manera tan sencilla evitarás que se sequen. Y luego solo te queda lo más divertido, rellenarlos.
Tienes muchísimas opciones, desde untarlos con una deliciosa crema de berenjena, tomate y queso de cabra, hasta rellenarlos con alguna ensalada como esta ensalada de garbanzos y verduras con queso fresco, o marcarte unas fabulosas hamburguesas de pollo con pan de pita. Lo que te apetezca.