Si hay un plato que me transporta a los inviernos en casa de mi abuela es este. Las patatas a la riojana eran ese guiso que humeaba en la cocina mientras todos hacíamos tiempo para sentarnos a la mesa. Pero hoy te traigo una versión con un pequeño giro que eleva la receta sin perder su esencia: añadimos un huevo poché , delicado y cremoso, que al romperse sobre el guiso lo transforma todo. Pura magia. Este plato tiene ese punto de cocina casera de toda la vida , con el toque ahumado del pimentón, la intensidad del pimiento choricero y ese color dorado que solo se consigue con una buena cebolla pochada a fuego lento. Y luego está la patata, tierna, que absorbe todo el sabor del caldo. Si encima coronas el conjunto con un huevo con la yema bien líquida... bueno, ya te lo estás imaginando, ¿verdad? Lo mejor de esta receta es que sigue siendo económica, sencilla y muy agradecida . La puedes preparar con antelación, aguanta bien la recalentada e incluso mejora de un día para otro. Ideal para cuando tienes invitados, pero no quieres complicarte la vida, o para darte disfrutar de un fantástico plato de cuchara entre semana. Esta receta sirve para casi cualquier ocasión. El resultado es un guiso reconfortante , lleno de sabor, con la suavidad del huevo poché equilibrando los matices intensos del pimiento y el laurel. Es de esos platos que hacen silencio en la mesa cuando todo el mundo empieza a comer. ¡Solo se oye el sonido de los cubiertos! Este tipo de recetas son ideales para preparar en grandes cantidades y guardar en la nevera. El huevo puedes hacerlo en el último momento, pero todo lo demás aguanta muy bien de un día para otro . Incluso puedes dejarlo más caldoso y tomarlo como una sopa espesa o, al contrario, reducir el caldo para servirlo como tapa o entrante contundente. Anímate a probar esta receta. No necesitas ingredientes raros ni técnicas complicadas. Solo ganas de disfrutar de la cocina tradicional con un toque diferente. Estas patatas a la riojana con huevo poché son una receta de las que siempre salen bien , que reconcilian con el cuchareo y que, te lo aseguro, harán que te pidan repetir. ¡No necesitas más que una buena cuchara y un poco de pan para ser feliz!