El sándwich sin complicaciones que preparo cuando voy a la playa: es tan fácil y está tan bueno que siempre ¡hago dos!

Desde que empecé a hacer el hummus en casa, lo utilizo muchísimo más. Siempre que abro un bote de garbanzos cocidos (un básico de mi despensa) reservo unos pocos y los trituro con limón, aceite de oliva, sésamo, pimentón y sal. Esto hace que me sirva de snack a media mañana o siempre que quiero un chute de energía. Además, es una manera estupenda de disfrutar de esta legumbre sin tener que hacer un potaje (aquí los tienes en una ensalada que tendrás lista en 5 minutos). 

¿Y cuál es la ocasión perfecta para tomarlos? Un día de playa, que resulta tan satisfactorio y perfecto para la desconexión, como agotador. Entre preparativos y el ejercicio que haces, necesitas recuperar fuerzas con opciones cómodas y prácticas para transportar y conservar, pero a la vez que sean nutritivas y estén ricas. Y aquí es donde te presento el sándwich perfecto para una jornada de sol y mar, por supuesto también extensible a la piscina o cualquier excursión. Este es el que me sirve a mí, pero varío según me apetece, con lo que tú puedes adaptarlo a tus circunstancias sin problemas.

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¿Cuáles son los ingredientes básicos? Además del hummus, necesitarás tomate, pepino y rúcula. El tomate puede ser de ensalada porque así queda más entero y le da un toque crujiente muy agradable. Recuerda lavarlo y secarlo muy bien antes de cortarlo. Luego necesitarás pepino; lávalo y sécalo y córtalo muy finito. ¿No te gusta el pepino o te cuesta digerirlo? Sustitúyelo por aguacate y listo.

El toque verde viene de la mano de la rúcula porque es sutilmente picante y me gusta el contraste, pero también podrías añadirle germinados de soja, lechuga o similares. Como es para llevármelo a la playa, no le añado huevo duro, pero también está muy rico con él (además de las proteínas que aporta).

Y ya solo quedaría el pan, la elección más importante para que llegue en buenas condiciones y no quede humedecido ni blandurrio. Para estas ocasiones descarto el pan de molde y todos aquellos que me recuerdan a la bollería como el de Viena, el bagel o el brioche. En estos casos suelo escoger un pan individual de corteza más dura tipo mollete. ¿Mi secreto? Siempre lo tuesto, luego lo dejo enfriar, lo relleno y lo envuelvo cuando está frío para que no se reblandezca.