Monta la nata con el azúcar hasta que adquiera una textura semiconsistente y resérvala en la nevera. Pon una cacerola al fuego con el moscatel, 40 g de pasas y un trozo de la rama de vainilla y deja que cueza a fuego suave para que reduzca. Retira el cazo del fuego, saca la rama de vainilla y añade el chocolate blanco cortado en trozos. Remueve con una espátula para que el chocolate se funda por completo y quede una mezcla cremosa y suave. Déjala reposar y templar. Añade la crema de chocolate a la nata reservada y mezcla con cuidado y movimientos envolventes hasta que todo quede bien integrado. Reparte en copas o vasitos y sírvelos decorados con las pasas restantes y trozos de la rama de vainilla.