Uno de los dulces más típicos en época de Cuaresma y de Semana Santa son las hojuelas . Crujientes y deliciosas, son de esas recetas, sencillas y humildes, pero llenas de sabor, que pasan de madres a hijas, de generación en generación, y que vale la pena mantener en los recetarios familiares. Las podemos encontrar espolvoreadas con azúcar, con miel, en forma de rectángulos, cuadrados… En esta ocasión las elaboramos con un toque de miel y agua de azahar y las presentamos enrolladas. Ideales para servir como postre, para acompañar el café o para tomar a la hora de la merienda, estas hojuelas te van a conquistar. ¡Están tan ricas que te será imposible comer solo una! Muy fáciles de hacer, para que queden perfectas es básico controlar la fritura. Una vez tengas la masa cortada en tiras largas, pínchala con el tenedor y colócala sobre el aceite caliente, pero no humeante. Es importante que no te despistes en ese momento ya que en un instante pueden dorarse demasiado. Y un consejo más: fríelas por tandas. Así el aceite no perderá temperatura. Una vez hechas, déjalas sobre papel absorbente para que suelten el aceite y, luego, riégalas con el almíbar. ¡Quedarán buenísimas! Otros postres fritos que también te gustarán son los tradicionales pestiños con miel , las rosquillas fritas de anís o los buñuelos de viento de Cuaresma . Casca los huevos en un cuenco y bátelos. Sin dejar de remover, ve añadiendo el aceite suave, el agua de azahar, una pizca de sal, el zumo del limón exprimido y 30 ml de agua, y sigue batiendo hasta que obtengas una mezcla de textura cremosa. Tamiza 400 g de harina junto con la levadura en otro cuenco y ve añadiéndolas a la mezcla anterior, poco a poco, mientras remueves hasta que se integren por completo. Enharina la superficie de trabajo, vuelca la masa obtenida y trabájala con las manos; dóblala por la mitad, dale la vuelta y vuelve a doblarla. Repite la operación 3 o 4 veces más para que coja aire. Divide la masa en 4 o 6 partes iguales y pasa un rodillo por encima de cada una de ellas para dejarlas lo más finas que sea posible; córtalas entonces en tiras de unos 4 x 30 cm. Pon al fuego una sartén con abundante aceite y caliéntalo. Introduce una de las tiras sujeta a las púas de un tenedor y ve enrollándola a medida que la vas friendo. Cuando la hojuela esté bien doradita, retírala y deja que escurra el exceso de grasa sobre un plato forrado con papel absorbente; repite con el resto de las tiras de masa. Calienta 100 ml de agua con el azúcar en un cazo hasta que obtengas un almíbar. Agrega la miel y cuece hasta darle el punto de hebra; lo notarás cuando al coger una cucharada y dejarla caer desde arriba se forme un hilo fino que se corta y sube. Retira el almíbar del fuego y deja que se temple. Luego, riega las hojuelas y sírvelas. Consejos y variantes para las hojuelas de la abuela con un toque de miel y azahar El éxito de las hojuelas es que la masa quede bien fina. Para conseguirlo, pasa el rodillo varias veces por encima de la masa. Así quedarán muy bien. A la hora de freírlas, utiliza un aceite de oliva suave o uno de girasol . Si no tienes freidora, puedes usar una sartén o un cazo alto . Pon suficiente aceite para que queden sumergidas.