Repápalos salados extremeños: una receta de aprovechamiento

Los repápalos salados son la variante extremeña de un plato tradicional de la cocina de aprovechamiento. Es suculento y económico. ¡Pruébalo!

30 min

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Tipo Plato:

Segundos platos y platos principales

Precio:

€ €

Dificultad:

Fácil

Los repápalos extremeños o de cualquiera de los lugares en los que se cocinan con otros nombres, son un homenaje a una frase que se oía hace muchos años en muchos lugares de España: "en esta casa no se tira nada".

Una frase que hoy en día conocemos como "cocina de aprovechamiento" y es que este plato es el claro ejemplo de ello. Si tienes pan duro en casa, te proponemos que cocines este guiso que sorprenderá a los comensales por su sabor y textura de la cocina casera de siempre. Hay variedad dulce y salada, pero hoy te mostramos la versión salada.

A medio camino entre unas albóndigas y unas croquetas, los repápalos son pequeñas bolas de pan, ajo, huevo y lo que tengas a mano, que primero se fríen y luego se guisan en un caldo aromático. El resultado es un plato de cuchara que alimenta el cuerpo y reconforta el alma, ideal para esos días de lluvia o para cuando tienes la nevera medio vacía, pero no quieres renunciar a un buen guiso casero.

Aunque en Extremadura son muy populares, lo cierto es que cada región tiene su versión del pan rebozado y guisado. Lo que distingue a los repápalos es su textura tierna por dentro, ligeramente crujiente por fuera, y ese toque de laurel y azafrán que convierte el caldo en algo casi festivo. Prepárate, porque esta receta no solo te va a hacer ahorrar, sino que puede que se convierta en uno de esos platos que repites una y otra vez.

Ingredientes paraRepápalos salados extremeños: una receta de aprovechamiento

  • Pan duro (el que tengas, de días anteriores)
  • 4 huevos
  • 2 dientes de ajo
  • Perejil fresco
  • 1/2 litro de caldo de carne o pollo
  • 1 vaso de aceite de oliva
  • Unas hebras de azafrán
  • 2 hojas de laurel
  • Pimienta molida
  • Sal
  • 1/2 cebolla (opcional, pero muy recomendable)

1. Bate los huevos y desmenuza el pan

En un bol grande, bate los huevos con una pizca de sal. Añade el pan duro desmenuzado en trozos pequeños, como si fueras a hacer una especie de masa para albóndigas. El pan irá absorbiendo el huevo, formando una mezcla espesa.

2. Prepara el sofrito

En una cazuela grande, añade un buen chorro de aceite de oliva y sofríe la mitad de la cebolla y un diente de ajo bien picados. Este paso es clave: el sofrito aporta un fondo de sabor riquísimo al guiso. La otra mitad del ajo pícalo finamente y agrégalo al bol con el pan y los huevos.

3. Haz la masa de los repápalos

Añade también al bol un puñadito de perejil fresco picado. Mezcla todo muy bien con un tenedor o con las manos (que siempre es más efectivo). Si ves que queda demasiado líquida, añade un poco más de pan hasta que puedas formar bolitas sin que se deshagan.

4. Fríe los repápalos

Pon una sartén con abundante aceite a calentar. Con la ayuda de dos cucharas (como si formaras croquetas), ve echando porciones de masa en el aceite caliente. Fríe hasta que estén doradas por fuera. Sácalas y déjalas reposar sobre papel de cocina.

5. Prepara el guiso

En la misma cazuela donde hiciste el sofrito, añade tres cucharadas del aceite de freír los repápalos. Incorpora el caldo caliente, el laurel, el azafrán, sal y pimienta. Lleva todo a ebullición.

6. Cocina los repápalos en el caldo

Cuando el caldo esté hirviendo, añade los repápalos fritos. Baja el fuego, tapa la cazuela y deja que todo cueza junto durante unos 20 minutos a fuego lento. Esto permite que los sabores se integren y que los repápalos queden tiernos por dentro y bien empapados del guiso.

7. Termina con perejil fresco

Antes de servir, espolvorea el resto del perejil picado por encima. Y si quieres darle un toque aún más sabroso, añade unas gotitas de vinagre al caldo justo al final: no es tradicional, pero realza el conjunto.

El truco

Si el pan está muy duro y te cuesta desmenuzarlo, mójalo ligeramente con un poco de leche o caldo antes de mezclarlo con el huevo. Así se ablanda enseguida y es más fácil hacer una masa homogénea.

Este plato tiene una ventaja maravillosa: acepta lo que le eches, literalmente. ¿Te ha sobrado un trozo de carne del cocido? Pícalo y añádelo a la masa. ¿Tienes restos de pollo asado? ¡A la cazuela! Hasta unos taquitos de jamón o una lata de atún pueden funcionar si los mezclas con el pan antes de freír.

Los repápalos salados no solo son un plato de aprovechamiento, son una forma de conectar con la cocina de nuestras abuelas. De esas que sabían exactamente qué hacer con cada sobra, y que no necesitaban ingredientes exóticos para preparar una comida reconfortante. Son humildes, sí, pero sabrosos y llenos de historia.

¿Y lo mejor? Que están igual de buenos recién hechos que recalentados al día siguiente. De hecho, si te sobra alguno, guárdalos con su caldo en la nevera y verás cómo se asientan los sabores. Es uno de esos platos que ganan con el reposo.

Así que ya sabes, la próxima vez que te encuentres con pan duro, no lo tires. Dale una segunda vida con esta receta de repápalos salados. Es fácil, sabrosa, y una de esas joyas escondidas de la cocina española que merece un lugar en tu recetario. ¡Ponte el delantal y pruébalos!

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