Hay recetas que son tan sencillas como fundamentales. Que no hacen ruido pero lo cambian todo. La salsa de tomate casera es una de ellas. Parece una tontería, pero cuando está bien hecha, se nota. Lo sabes tú, lo sabe tu abuela, y lo sabe también Samantha Vallejo-Nágera, que ha compartido su receta estrella para conseguir una salsa sabrosa de verdad.
Samantha, que lleva años enseñando y exigiendo lo mejor a los concursantes de MasterChef, lo tiene claro: “pelar bien el tomate es imprescindible”. Y no lo dice por decir. Lo dice porque ese gesto tan sencillo de pasar el tomate por agua hirviendo y después por un bol con agua y hielo (“Siempre hay que tener un bol de agua helada”, explica Samantha) transforma por completo la textura y el sabor de una salsa. Y es verdad: pelar un tomate correctamente es media receta. La otra media es cocinarlo con paciencia, con cariño y, si me permites, con un par de trucos de los que no salen en la tele, pero que yo, como experto gastronómico, he ido recopilando y aplicando en muchas de mis recetas.
Suscríbete a Cocina Fácil por solo 1 €/mes: recibirás la revista del mes, tendrás acceso a todas las anteriores y podrás leer dónde y cuándo quieras ¡Incluso sin Internet!
El tomate, ese tesoro rojo que no merece prisas
Vivimos en tiempos en los que abrimos un bote y listos. Pero quienes amamos de verdad la cocina sabemos que no hay nada como una salsa de tomate hecha en casa, con tomates de verdad. Y eso empieza por elegir bien la materia prima. Si puedes, usa tomates pera, que tienen menos agua y más carne, ideales para una cocción lenta y sabrosa. ¿No los encuentras? Pues cualquier tomate maduro y de piel fina servirá. Lo importante es pelarlos bien.
Aquí va el truco de Samantha: haz una cruz en la base del tomate, échalos en agua hirviendo unos 30 segundos y pásalos inmediatamente a un bol con agua y hielo. La piel se desprenderá casi sola. “Da gustirrinin”, dice ella, y la verdad es que sí. Es como pelar fruta para un postre de domingo: sencillo, pero placentero.
Receta de salsa de tomate casera al estilo Samantha (y con mi toque personal)
Para 4 personas
Ingredientes
- 1 kg de tomates maduros
- 1 cebolla
- 2 dientes de ajo
- 1 hoja de laurel
- Sal y pimienta al gusto
- 1 cucharadita de azúcar (opcional)
- Aceite de oliva virgen extra
- Un toque de pimentón dulce
Paso a paso
Pela los tomates como un auténtico chef
Haz una cruz, escáldalos y enfríalos en agua con hielo. Pélalos, quita las semillas si quieres una textura más fina, y córtalos en cubitos pequeños.
Pocha la cebolla y el ajo
En una cazuela amplia, calienta un buen chorro de aceite de oliva y añade la cebolla muy picada y los ajos laminados. Fuego medio-bajo, sin prisas. Aquí es donde empieza la magia. Añade la hoja de laurel.
El toque maestro
Cuando la cebolla esté transparente, añade una pizca de pimentón dulce. Esto no es ortodoxo, pero es mano de santo. Le da profundidad y ese sabor a hogar que tanto nos gusta.
Incorpora los tomates
Añádelos a la cazuela, mezcla bien y deja que todo cueza a fuego lento unos 45 minutos, removiendo de vez en cuando. Si ves que está muy ácido, una cucharadita de azúcar lo equilibrará.
Ajusta la textura
¿Te gusta más fina? Pásala por el pasapurés o la batidora. ¿Te gusta rústica? Déjala tal cual. Lo importante es que esté bien reducida, con esa textura untuosa que se pega a la pasta o al arroz como un guante.
Salpimienta, sirve y disfruta
Ponla a punto de sal y pimienta. Y ya tienes tu salsa de tomate casera lista para brillar.
Echa un ojo a mis trucos para conservarla
- Conservación tradicional: Esteriliza unos tarros de cristal, llénalos con la salsa aún caliente, ciérralos bien y hiérvelos al baño maría durante 20 minutos. Te durarán meses.
- Al congelador con cabeza: Divide la salsa en raciones pequeñas y guárdalas en bolsas zip o recipientes aptos. Así podrás usar solo lo que necesites. Y sí, aguanta estupendamente hasta tres meses.
- Un tomate para cada ocasión: Si un día vas al mercado y ves tomates en su punto a buen precio, cógelos sin dudar. Pela, tritura, congela y úsalo como base para futuras salsas. Esto, amigo mío, se llama previsión y te ahorra disgustos (y salsas de bote sin alma).
La cocina lenta no pasa de moda
Como decía mi abuela, “el tomate no entiende de relojes”. Y qué razón tenía. Esta salsa necesita tiempo, fuego suave y un poco de cariño. No es cocina de microondas, es cocina de cuchara de palo y cazuela de barro. De esas que se hacen en domingo y te salvan la comida del lunes.
Samantha lo sabe bien. Y tú, que ya tienes la receta, también. Así que la próxima vez que pienses en abrir un bote de salsa industrial, párate un segundo y recuerda esto: un tomate pelado, un buen sofrito, y, como dice Samantha “ese chof chof". Es lo que marca la diferencia.