Si pensabas que el queso cottage, la ricotta o la burrata eran tus únicas opciones de quesos suaves para recetas dulces o saladas, hoy te presentamos al gran olvidado que merece un hueco en tu cocina: el mató, un queso fresco de origen catalán, con una textura ligera, sabor delicado y muchísima versatilidad.
Este producto, también conocido como brossat en otras zonas, se prepara tradicionalmente con leche de vaca o cabra, y se ha convertido en un clásico de la cocina catalana gracias a recetas como las encasadas, los crepes de mel i mató o el propio mel i mató de la abuela, un postre tan fácil como delicioso.
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Aunque suele asociarse a los postres, el mató también se puede usar en tostas, ensaladas, rellenos o incluso como base de salsas suaves. ¿Lo mejor? Es bajo en grasa, aporta proteínas y calcio, y puedes encontrarlo en la mayoría de supermercados.
Qué es el mató y por qué es diferente a otros quesos frescos
El mató es un queso fresco sin sal ni prensado, con una textura granulada pero cremosa, que se obtiene al calentar la leche y separar el suero de la cuajada. No pasa por procesos de fermentación ni curación, por eso es tan blanco, ligero y suave.
A diferencia del queso ricotta o el requesón, el mató suele tener un sabor más lácteo, limpio y algo menos ácido. Tampoco se sala, lo que lo hace ideal tanto para preparaciones dulces como saladas. Es perfecto para quienes buscan una opción más natural y saludable.
Si buscas una receta con mató fácil y rápida que combine lo saludable con lo sabroso, esta tosta de mató con miel, manzana y nueces te encantará. Es perfecta para un desayuno equilibrado, una merienda ligera o incluso como entrante para sorprender. Además, puedes personalizarla según la temporada o tus preferencias.