La sopa de ajo, con su sabor intenso y su humildad bien entendida, es uno de esos platos de siempre que siempre triunfan. Originaria de Castilla y León, esta receta medieval ha sobrevivido a los siglos gracias a su sencillez y a esa capacidad casi mágica de hacernos sentir mejor desde la primera cucharada.
Y claro, cuando un plato es tan querido, siempre hay alguien que intenta mejorarlo sin traicionar su esencia. En este caso, quien ha dado con la tecla ha sido el chef donostiarra Martín Berasategui, el cocinero español con más estrellas Michelin. ¿Su truco? Aportar más sabor y textura a la receta de las abuelas con un ingrediente que habla de su tierra y un pequeño cambio que marca la diferencia.
Como él mismo dice, “en la cocina, los recuerdos son el mejor ingrediente”, y con esta sopa lo demuestra una vez más. Porque sí, hay algo profundamente agradable en el aroma del ajo dorándose, en el pan que se deshace en el caldo, y en ese golpe de calor que hace a una sopa irresistible. Pero, cuidado, no todas las sopas son iguales, como bien dice Berasategui: “siempre hay margen para la excelencia”.
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El secreto de Martín Berasategui: más ajo y pan sopako
La receta tradicional lleva ingredientes muy básicos: ajos, pan duro, aceite de oliva virgen extra, caldo o agua, y un poco de proteína como huevo, jamón o chorizo. Pero el chef vasco le da un giro usando dos claves: no escatimar en ajos (usa hasta 16 dientes) y sustituir el pan común por pan sopako, típico del País Vasco.
Este pan, elaborado con masa madre y con un sabor profundo a levadura, es denso, consistente y se transforma en una auténtica delicia cuando se hidrata. Su textura melosa al empaparse del caldo lo convierte en el aliado perfecto para espesar sopas sin apelmazarlas. Además, intensifica el sabor de la receta, haciendo que cada cucharada sea un festival de sabores.
La sopa de ajo de Berasategui
Para 4 personas
Ingredientes
- De 12 a 16 dientes de ajo laminados
- 1 trozo de pan sopako
- 1 pizca de cayena
- 1 guindilla seca
- 1 cucharada de pulpa de pimiento choricero en conserva
- 1 pizca de pimentón dulce de la Vera
- 8 cucharadas soperas de salsa de tomate
- 2 litros de agua caliente
- AOVE (aceite de oliva virgen extra)
- Una pizca de sal
Paso a paso
Prepara los ingredientes
Lamina los ajos y el pan sopako. Si el pan está muy duro, no te preocupes: es justo lo que buscamos.
Sofríe los ajos
En una cazuela grande, pon un buen chorro de AOVE a fuego bajo. Añade la guindilla seca y los ajos laminados.
Dora el pan
Cuando el ajo y la guindilla empiecen a freírse, añade las láminas de pan y remueve con una cuchara de madera hasta que se doren ligeramente.
Agrega los sabores
Echa el pimentón dulce, la salsa de tomate y la pulpa de pimiento choricero (bien escurrida). Remueve bien para integrar todos los ingredientes.
Incorpora el líquido
Añade poco a poco los dos litros de agua caliente y sal al gusto.
Cuece a fuego lento
Deja cocer durante 15 a 20 minutos a fuego bajo.
Reposa
Retira del fuego y deja reposar unos minutos para que el pan se empape bien y espese el caldo.
Sírvela bien caliente, y si te apetece darle un toque más completo, puedes añadirle un huevo escalfado al final o unas lascas de jamón serrano crujiente. Pero te aseguramos que tal cual, esta versión es ya todo un manjar.
Una sopa con alma casera
No hace falta gastar mucho ni buscar ingredientes imposibles para comer como reyes. Esta sopa de ajo es el ejemplo perfecto de cómo, con lo más básico, se puede conseguir un plato redondo. En este caso, el guiño de Berasategui al pan sopako y su generosidad con el ajo son las claves para redescubrir una receta de toda la vida y llevarla a otro nivel.
Además, es una sopa ideal para combatir el frío, pero también para reconectar con nuestros buenos recuerdos de cocina casera. Porque no hay invierno que se resista a una buena sopa de ajo.
La sopa que cura todos los males
Dicen que esta sopa combate virus, calienta el alma y hasta baja el colesterol. No sabemos si será del todo cierto, pero lo que sí está claro es que sienta de maravilla. Es económica, sencilla y está cargada de sabor. Y como dice el propio Berasategui: “lo importante es cocinar con memoria y emoción, porque ahí es donde está la verdadera cocina”.
Así que ya lo sabes: esta sopa es más que un plato de cuchara. Es historia viva de nuestra cocina más tradicional. Y con este pequeño truco del chef, se convierte en una versión mejorada, sin perder ni una pizca de su esencia. ¿Te animas a prepararla?