3 roscos de Semana Santa de la abuela, recetas fáciles e irresistibles

Típicos de la gastronomía andaluza, aunque hoy en día son populares a lo largo y ancho de nuestro territorio, los roscos o rosquillas, son, junto a las torrijas y los pestiños, los dulces por excelencia de la Semana Santa.

Ideales para tomar a la hora de la sobremesa junto a un café, aunque también se pueden comer en el desayuno o en la merienda, son pocas las personas que pueden resistirse ante sus encantos. Y es que están exquisitos.

Preparados habitualmente con harina, huevos, azúcar y aceite, a la hora de realizar la masa se les suele incorporar una cucharadita de canela, licor de anís, zumo o ralladura de naranja o de limón… Todo para que tengan un sabor y un aroma insuperable.

Por lo que se refiere a la cocción, aunque tradicionalmente se doran en la sartén con abundante aceite, también se pueden hacer en el horno. De cualquier manera, están irresistibles.

1. Rosquillas de la abuela con zumo de naranja

Estas rosquillas quedan tan sabrosas que, a la que lleguen a la mesa, van a desaparecer en un abrir y cerrar de ojos. ¿Su secreto?  La masa contiene, además de los ingredientes básicos, canela en polvo, una copita de anís dulce y el zumo de dos naranjas. La combinación de estos tres ingredientes queda realmente espectacular. No te la pierdas.

2. Rosquillas glaseadas con anís, las típicas blancas de la abuela

Estamos seguros que, a la que tengas listas estas rosquillas de la abuela, todos los miembros de tu familia se acercaran a la cocina a probarlas. Y es que huelen de maravilla.

Elaboradas con muy pocos ingredientes, estas rosquillas destacan porque, en lugar de freírse con aceite, en una sartén, se doran en el horno. Y para que todavía estén más ricas, antes de servir, se pintan con una deliciosa glasa.

3. Rosquillas a la canela con sabor a pueblo

Con un sabor a tradición que te encantará, estas rosquillas a la canela tienen la particularidad que están hechas a la sartén. Para que queden perfectas, recuerda que el aceite debe estar caliente, pero no humear.

Luego, colócalas por tandas y cuando estén doraditas, déjalas sobre papel absorbente. Así no quedarán nada aceitosas. Antes de servir, es espolvorean con más canela, azúcar glas y ralladura de lima.