El encanto de este plato es que las alcachofas queden tiernas, pero enteras. Para conseguirlo, una vez estén limpias y sin rabito, déjalas cocer en una olla cubiertas con agua salada y tapadas el tiempo indicado en la receta. Para comprobar que las alcachofas están en su punto , pincha la base con la punta de un cuchillo. Si ves que todavía están duras, déjalas unos minutos más. Luego, colócalas en un escurridor para que suelten el agua y se enfríen. Y un consejo más: no tires el líquido de cocción de las alcachofas, más tarde lo puedes utilizar para realizar alguna sopa ligera.