No hay, por el momento, resultados concluyentes tras la autopsia realizada al cuerpo de Matthew Perry, fallecido el pasado sábado en su domicilio de Los Ángeles, a los 54 años. El cuerpo del actor que interpretó a Chandler Bing en la serie 'Friends' fue hallado sin vida en el jacuzzi, por lo que se presume que murió ahogado o, también, por un fallo multiorgánico como consecuencia de las muchas adicciones que padecía y de las que Perry había hablado públicamente en numerosas ocasiones.
La policía descarta el asesinato
La única conclusión firme que presenta el informe forense es que Matthew Perry no fue asesinado, ya que no presenta ninguna señal de haber sido víctima de un acto violento que hubiera podido costarle la vida.
El alcohol, las drogas y la medicación que tomaba para la EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica), así como distintos fármacos para la ansiedad y la depresión, formaban parte de los hábitos diarios de Matthew Perry, por lo que la oficina del forense está pendiente del análisis toxicológico que aún tardará algunas semanas en conocerse. Ese es el motivo por el cual todavía no se puede dictaminar con certeza las causas de su muerte. Como la autopsia ya se ha dado por concluida, los restos mortales del actor ya pueden ser entregados a la familia para darles sepultura o ser incinerados.
La investigación de la muerte del malogrado actor de 'Friends' corre a cargo de la División de Robos y Homicidios de la Policía de Los Ángeles. "Ahora mismo no se sospecha la posibilidad de un crimen", declararon desde la policía, que tampoco quiso dar más datos ya que "la investigación sigue adelante".
Adicto a los psicofármacos
Según informó la prensa estadounidense, en el domicilio de Matthew Perry se encontraron diversos fármacos, como antidepresivos y ansiolíticos, todos ellos disponibles únicamente con receta médica. Estos psicofármacos, en el hipotético caso de que se mezclen con alcohol o con otro tipo de sustancias, pueden causar serios problemas orgánicos e, incluso, provocar la muerte.
El propio Matthew Perry lanzó muchos mensajes acerca del problema de sus adicciones, tanto en entrevistas en prensa y televisión como en el libro autobiográfico que publicó hace un año. El actor no solo relataba el duro infierno en el que vivía por culpa del alcohol y las drogas, que lo llevaron incluso a estar en coma y, en varias ocasiones, al borde de la muerte, sino también la ingente fortuna que se había gastado en tratamientos de desintoxicación y de rehabilitación que, en su caso, no resultaron nada efectivos.
Los peores años de su vida
"Soy tímido, estar en una serie que es vista por 30 millones de espectadores hizo que la gente se enterase de mi problema. Por eso es tan importante la existencia de clínicas que te aíslen de todo el ambiente que no te favorece", explicó Perry en una entrevista. En su autobiografía confesó que era capaz de tomarse 55 pastillas al día de un analgésico derivado del opio y que su peor época fue entre la tercera y la sexta temporada de 'Friends', en las que "estaba un poco ido. Fueron años difíciles", según reconoció.
"No podía parar porque la enfermedad y la adicción son progresivas. Así que iba empeorando a medida que me hacía mayor", admitió con profundo dolor. Sabía que o él acababa con sus adicciones o serían sus adicciones las que acabarían con él, como así ha sido.