Philippe Junot, el príncipe 'azul oscuro casi negro' que menospreció a Carolina de Mónaco y acabó fotografiado con otra

El financiero francés se casó con la hija mayor de Raniero en 1978, pero su carácter mujeriego acabó con su matrimonio.

Carolina de Mónaco y Philippe Junot
Gtres
Álex Ander
Álex Ander

Periodista especializado en corazón y crónica social

“Ningún cerezo da manzanas”. Con estas palabras resumió un miembro de la familia real de Mónaco la ruptura entre Carolina Grimaldi (66 años) y Philippe Junot. Y es que pocos confiaban en que una relación de ese tipo pudiera tener éxito. La hija mayor de Raniero se casó enamoradísima en junio de 1978, un lustro después de conocer en París al financiero francés, diecisiete años mayor que ella, y la unión se precipitó cuando la novia fue fotografiada parcialmente desnuda y en posturas poco ortodoxas al lado de su chico, en la cubierta de un yate.

Aquel enlace real, que sin duda fue la boda del año, demostró que hasta los príncipes se han dejado seducir por el negocio de las exclusivas. No en vano, en el libro 'Negocios del corazón' se cuenta que Gracia de Mónaco prohibió la entrada de los fotógrafos en la iglesia "para permitirle a un reportero norteamericano, que había sido su fotógrafo en los tiempos de actriz, ser el único que inmortalizara el ceremonial momento en celuloide”.

No tardaron en aparecer los rumores que apuntaban a que el francés era infiel en serie. “Junot, pasados los primeros románticos ardores de su matrimonio, les facilitó a sus suegros las armas necesarias para convencer a Carolina de que había cometido un craso error casándose con el francés”, contó su colega, el escritor y aristócrata José Luis de Vilallonga.

Junot era entonces famoso por su agitada vida nocturna. Su fama de picaflor disgustaba bastante a sus suegros, quienes querían para su hija algo mejor, pero en cambio servía como divertimento a los reporteros gráficos, que en una ocasión le retrataron cogido de la mano de su supuesta secretaria —la actriz Giannina Facio— en el aeropuerto de Estambul. La publicación de esas imágenes supuso un escándalo mayúsculo y provocó la furiosa reacción del Principado, que anunció unilateralmente la separación de Junot y la princesa.

Demonizado por la prensa

Despreciado por la princesa, el francés tampoco encontró demasiado consuelo en Facio, que lo rechazó por abandonarla en Turquía ante las noticias de la reacción de Carolina. Viendo el percal, la actriz volvió a París para encontrarse allí con su nueva ilusión, Oliver Chandon, heredero del multimillonario imperio del champán francés Möet & Chandon. Entonces declaró a los periodistas que sabía que Junot era un hombre casado cuando se vio con él, pero que no era asunto de ella que el pasar un fin de semana con el financiero pudiera ser la causa de su divorcio con la princesa monegasca. 

“Philippe está bien, pero como aventura de verano”, aseguró a Interviú. “Yo ya me casé una vez y mi matrimonio fue un fracaso; no sería yo muy lista si tomara a Junot en serio. Philippe quedó atrás en mi carrera. Yo dejé de enamorarme de los hombres hace cinco años. Ahora les uso tanto como ellos a mí; después, si te he visto no me acuerdo. La vida me ha enseñado a tomar a los hombres como vienen. Ninguno merece mi amor en serio”.

Asimismo, la prensa adjudicó a Carolina el papel de mujer menospreciada, lo que en este caso implicó que Junot fuese tildado de hombre vicioso que lo mismo le daba a las drogas como al alcohol. “He probado de todo, sí, pero nunca con exceso”, se defendió él. “La exageración de los demás ha hecho el resto. La única droga de la que abuso es de los tranquilizantes que me veo en la obligación de tomar, para poder conciliar el sueño después de tanta mentira que se ha dicho sobre mí”.

Sí admitió, en cambio, sentir una especial debilidad “por las mujeres hermosas”, al tiempo que apuntó que mucha gente le tenía envidia por su éxito con las féminas: “No soy un santo, lo sé. Sin embargo, todo el mundo sabía cómo era yo antes de casarme con Carolina, y nadie entonces dijo nada. Es ahora cuando les interesa presentarme como el culpable de todo. No he cambiado, siempre he sido así: un hombre al que le gusta divertirse, que es sincero, que ama la vida, pero que no huye de sus responsabilidades”.

Caminos separados

Tampoco se quedó callada Carolina, que lamentó todo lo que había sucedido y, para sorpresa de algunos, comentó que, de poder volver al pasado, se casaría otra vez con Junot. “Con la experiencia que hoy tengo las cosas habrían ido de otro modo”, apuntó. “Y, en vez de lamentar la ruptura de un matrimonio, quizás estaríamos celebrando la felicidad de una joven pareja que tendría ya un hijo”.

Repuesta de todas sus penas, la princesa se casó por lo civil en diciembre de 1983, un año después de la muerte de su madre, con Stefano Casiraghi. Este joven millonario se convirtió en el padre de sus hijos Andrea, Carlota y Pierre, y la hizo feliz durante unos años, hasta que en otoño de 1990 perdió la vida al sufrir un accidente mientras participaba en una carrera de lanchas. Tras enviudar, la princesa pasó un tiempo unida en matrimonio a Ernesto de Hannover, otro fan de las fiestas regadas con agua con misterio (que dirían en Sálvame).

También Junot intentó sentar la cabeza. Lo hizo casándose en 1987 con la danesa Nina Wendelboe-Larsen, que le dio tres hijos. Aunque se separaron al cabo de un tiempo, parece ser que la pareja ha seguido manteniendo una relación cordial —él tuvo un cuarto retoño con la modelo Helén Wende—. En los últimos tiempos, según cuentan, el francés de 83 años vive alejado de las fiestas y reparte sus días entre su Francia natal y la localidad de Marbella, donde residen Wendelboe-Larsen y su prole.

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