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El lunes por la mañana me llamó para citarme en nuestro punto habitual, a la altura del casino de Torrelodones, en un túnel que se construyó en tiempo récord. Se emplearon para esa construcción a miles de disidentes a los que se les pagó en Cajas B de no sé qué partido y, luego, creo que en el Gobierno se catalogaron los gastos como “Economía Sumergida”. Y tanto, a dos metros bajo tierra.
Quedamos a las doce del mediodía y me sorprendió encontrarme en la reunión a Paula Vázquez, con la que coincidí en verano en una fiesta de Shangay. Yo le tengo mucho cariño a Paula. Primero, porque es compañera. Luego, porque compartimos apellido y, ya después, porque gracias a ella estoy trabajando mucho en Mediaset. Ella decidió irse porque quiso incluir una cláusula de conciencia en su contrato y parece ser que como no le concedieron ese deseo se largó.