Pocas cosas, salvo un zumo de naranja de tetrabrick, han sacado a Bigote Arrocet de sus casillas en ‘Supervivientes’. De hecho, no ha sido hasta estar de vuelta en España cuando se ha permitido una crítica a sus compañeros. ¿Los receptores? Laura Matamoros, Kiko y Gloria Camila.
Alguna que otra vez, ya ha contado que no le parecían buenos supervivientes los enamorados de la edición. Esto venía motivado por el comportamiento que han tenido, en algunas ocasiones, a la hora de repartir con sus compañeros la comida. Matamoros tampoco se lo ha parecido, y la acusa directamente del peor pecado de todos: egoísmo.
Es cierto que Arrocet ha sido una de las personas más entregadas al bienestar del equipo, compartiendo cada bocado con ellos. Pero no todos obran igual.
Estando en Honduras, ya se quejó de la falta de empatía que habían tenido los GloKo a la hora de repartir la tarta que se zamparon mano a mano y que dejó a todos ‘con la hiel saltada’. Él no se lo perdonará jamás a la pareja, jamás. Parece que los gestos de generosidad son los que más provocan dolor al novio de María Teresa.
A pesar de esta pequeña crítica hacia sus compañeros, Bigote, durante toda su entrevista ha seguido en la misma línea que ha llevado durante todo el reality: sonrisa, calma e intentar pasar inadvertido. Él es un hombre que no busca la polémica y que ha aprendido a controlar sus impulsos, de hecho, ni le pareció mal cuando escuchó las palabras en las que Terelu decía que no tenía que haber ido a ‘Supervivientes’. Lo escuchó, lo asimiló y pasó del tema. Solo los mejores samuráis alcanzaban el zen en el Japón imperial, Bigote habría sido el maestro de todos ellos. Menuda templanza…