“Terelu, que sepas que me voy a cargar a Bigote Arrocet en mi blog de Lecturas”. La voz de Terelu Campos es de perfecta sorpresa y puedo adivinar que está poniendo la boca en o, “pero ¿por qué vas a hacer eso, Pilar?”. “Porque se está portando mal con tu madre”, y le aclaro que no me gustaban esas risas extemporáneas cuando iba a visitarla a la clínica, tan pocas veces, además. “Os he visto a vosotras todos los días entrando y saliendo, con mala cara, quedándoos a dormir. ¡Edmundo no está a la altura de la señora que tiene al lado!”. Terelu me interrumpe acaloradamente, “eso no es verdad, no lo hagas, por favor, Edmundo no ha ido más porque tiene una gripe malísima, los médicos de Teresa se lo prohibieron por miedo al contagio. María, la muchacha, también ha enfermado y ha estado diez días sin ir por casa y el chófer también, por eso nosotras debemos multiplicarnos… Los médicos no quieren que mi madre tenga contacto con nadie con ese virus gripal tan fuerte que hay este año…
Nos ha cogido esto en una temporada muy complicada, nosotras somos las únicas que podemos estar con ella porque no hemos caído”. Pero aún sigo desconfiando y le confieso que me repelen esas bromas de Bigote con los periodistas mientras a ellas se las veía demudadas. Otra vez se altera Terelu, “¡pero si esas bromas, ese carácter, le dan la vida a mi madre! Ella se ríe con sus cosas, se le trasforma la expresión cuando lee sus mensajes… ¡le mantiene el espíritu en alto! Nosotras seríamos las primeras en quejarnos si no fuera así, pero estamos felices porque hace feliz a nuestra madre y se porta muy bien con ella”. Le doy las gracias por fuera y por dentro me c… en todo. Lo bonito que me hubiera quedado esto despotricando contra Edmundo. ¡No puede ser, caray, Terelu, me has hecho polvo la columna!