Una mano negra y “hasta puñetazos” en la Almudena: lo que nadie ha contado de la boda de Felipe y Letizia

La boda del entonces príncipe Felipe ocupó horas de televisión, portadas de revista y crónicas en la prensa extranjera; ahora, veinte años después, desgranamos todo lo que ocurrió lejos de las cámaras

Álex Ander
Álex Ander

Periodista especializado en corazón y crónica social

Felipe y Letizia
GTRES

Siempre se ha contado que Letizia conoció a Felipe en otoño de 2002, durante una cena en casa del periodista de Televisión Española Pedro Erquicia, con el que el príncipe tenía trato y confianza. La cita no fue por casualidad. Según Mábel Galaz en Letizia real, el periodista “supo que el príncipe quería conocer a la presentadora y dispuso todo lo necesario para procurar un encuentro con unos pocos invitados de total confianza y un estudiado protocolo. Tampoco fue por azar que Felipe y Letizia se sentaran juntos. La coartada que usó el anfitrión es que eran los más jóvenes del grupo”.

Quizás resulta exagerado hablar de flechazo, pero sí es evidente que durante esa noche surgió ya entre ambos una especial conexión. De hecho, volvieron a verse en varias ocasiones, al principio en salidas que hacían acompañados siempre de más gente. Ya en la primavera de 2003 surgió la atracción física y la pareja pasó a verse en lugares privados en los que contaban con la complicidad de todo el mundo. Fue entonces cuando el príncipe le comentó a los reyes que había una persona especial en su vida. 

El romance secreto del príncipe Felipe y la periodista Letizia Ortiz

“Los reyes inicialmente recibieron con recelo a Letizia Ortiz; de nuevo, la elección de su hijo no se ajustaba a lo que ellos esperaban”, escribió Galaz. “Una periodista divorciada no era el perfil de mujer que habían pensado como esposa de su hijo, como futura Princesa de Asturias. Felipe se mostró inflexible desde el inicio”. Desde luego, no estaba dispuesto a tener que renunciar a Letizia como había hecho en 2001 con la noruega Eva Sannum, una modelo plebeya con la que no le permitieron casarse.

Los rumores del nuevo noviazgo de Felipe empezaron a correr como la pólvora. Fue entonces cuando, según la periodista Pilar Eyre en su libro La soledad de la reina, "se confiscaron las cámaras de los fotógrafos que hacían guardia" en la casa de Letizia o en las de sus familiares, "se habló con sus amigos y parientes impidiéndoles difundir información sobre la chica, se prohibió que el acontecimiento saliera en los programas rosas, dándole realce tan solo en los telediarios. También se secuestraron los expedientes médicos de Letizia, los ginecológicos, sus certificados académicos, su partida de matrimonio anterior, su sentencia de divorcio... El CESID [ahora ya CNI] estuvo investigando durante seis meses todos los recovecos de la vida de Letizia Ortiz para no encontrarse ninguna sorpresa, para poder destruir aquello que pudiera hacerle daño o neutralizar lo irremediable".

Felipe y Letizia
GTRES

En el mes de noviembre de 2003, la Casa Real decidió anunciar el compromiso matrimonial del príncipe, que entonces tenía 35 años, y su novia Letizia. Durante la petición de mano, celebrada en el palacio de El Pardo, Felipe destacó de su pareja “su elocuencia y su inteligencia, su espíritu de responsabilidad en el trabajo”. A su vez, ella comentó que el príncipe era “un ser humano excepcional, muy respetuoso, muy sensato, inteligente", además de "un gran lector” y “una persona afanada en crecer por dentro”, algo muy importante para una mujer a quien desespera la gente sin ganas de aprender.

La escritora Carmen Duerto comenta en su libro Letizia, una mujer real que el conjunto que la asturiana lució durante su petición de mano, y por el que pagó mil ochocientos euros en Armani, fue replicado a los pocos días por Zara, convirtiéndose en superventas y por cien euros: “La firma gallega tiene que reeditar la copia del traje pantalón blanco hasta tres veces de la demanda que recibe. Igual que las copias (falsas) del anillo de oro blanco y diamantes que el príncipe compra por catálogo y su entonces cuñado, Iñaki Urdangarin, recoge en una joyería de Barcelona. Todo es tan precipitado que no pueden ni grabarse mensajes de amor, ni fechas ni encargarse trajes a medida, tan solo da tiempo a meterle el bajo del pantalón, pero no a entallar la chaqueta”.

El infierno que vivió la familia Ortiz Rocasolano

A partir de aquel día, los familiares de la prometida del príncipe comenzaron a ser abordados a todas horas. “Estamos abrumados y un poco colapsados con todo el interés que ha suscitado el compromiso matrimonial”, dijo su hermana Telma Ortiz, una economista que colaboraba con la ONG Médicos Sin Fronteras en Jerusalén. La asturiana llegó a poner una demanda a decenas de medios de comunicación porque se sentía acosada, y en esa época se dedicó en cuerpo y alma a ayudar a su hermana con los preparativos de su boda y la creación de un fondo de armario.

Tras el anuncio de su compromiso, Letizia no regresó a su trabajo en TVE, pese a que su contrato no vencía hasta junio de 2004. Tampoco volvió al diminuto piso que había comprado en el madrileño barrio de Vicálvaro cuando empezó a trabajar en CNN+, sino que se mudó a la residencia de su novio. “Antes de cumplir treinta años, Letizia Ortiz había comprado su primera casa, pero se avergonzaba de su posición económica”, contó Leonardo Faccio. “Cuando Felipe de Borbón se enamoró de ella al verla presentando un telediario, sus únicos muebles eran una cama y un sofá. La reina que aprendió de niña a viajar con la comodidad de un camping, nunca esperó que un príncipe viniese a rescatarla”.

El encontronazo de las familias: "Hubo hasta puñetazos"

A la boda con lluvia de los futuros reyes, celebrada el sábado 22 de mayo de 2004, acudieron mil setecientos invitados, entre los que se encontraban miembros de treinta casas reales, cuatro presidentes europeos y cinco latinoamericanos y veinte nobles. La novia, poco practicante en la religión católica, no tuvo nada que decir en la lista de invitados, pero sí en el traje en color blanco roto que lució, diseñado por el octogenario Manuel Pertegaz. Por su parte, los Ortiz Rocasolano iban ataviados con ropa hecha por el modisto Felipe Varela, que había empezado a vestir a Letizia, y pagada por la Familia Real, al igual que el hotel a las afueras de Madrid en el que se instalaron aquellos días.

Según Eyre, antes de dirigirse a la catedral de la Almudena la mañana de la boda, la familia materna de Letizia se encontró en el bar del hotel con la paterna, a la que no veía desde la separación de los padres de la asturiana. “Sobre todo se encontró el abuelo materno de Letizia con su exyerno, que había abandonado a su hija”, explicó la periodista. “Se ve que tuvieron un encontronazo. Parece ser que hubo hasta puñetazos. Cuando llegaron a la Almudena, el ambiente ya estaba bastante caldeado”.

Felipe y Letizia
GTRES

Tras llegar a la catedral ese día, Felipe avanzó por la nave central del brazo de su madre y madrina. Don Juan Carlos, que debió haber hecho lo mismo con la progenitora de Letizia, dejó descolocados a muchos al entrar al templo del brazo de su hermana Pilar. Algunos excusaron luego su comportamiento comentando que había demasiada diferencia de estatura entre el monarca y su consuegra, y que tampoco quedaba bonito que alguien como el rey de España entrase a la Almudena al lado de una señora divorciada y que ni siquiera tenía título. 

Quizás ese hecho explique aquellas imágenes de Televisión Española, la cadena encargada de dar la señal, donde se veía a una Letizia cabizbaja y con el rostro cansado (luego se supo que además iba medicada, porque había tenido un resfriado muy fuerte y dolor de garganta). Don Felipe, que miraba cariñosamente a la mujer que había elegido para formar una familia, le dio un beso en la mejilla después de estrechar la mano del padrino. Los eméritos, con ojeras que llegaban al suelo, mostraban prácticamente la misma expresión de felicidad de aquel al que le deben dinero y no le pagan. 

La prensa extranjera no fue benevolente

Las crónicas de la boda publicadas por medios españoles coincidían en señalar lo maravilloso que había sido todo de principio a fin. Bastante más mala baba tenía la del diario italiano La Repubblica, que mandó en calidad de corresponsal a la condesa y escritora Olghina Di Robilant, con la que el emérito tuvo una relación intermitente hasta justo antes de casarse con Sofía. Entre otras cosas, la italiana dio la exclusiva de la pelea a puñetazos que Víctor Manuel de Saboya y Amadeo de Aosta, primo carnal de doña Sofía, mantuvieron tras la cena privada que siguió a la boda.

“La boda entre Letizia Ortiz y Felipe de Borbón no unió a la Casa Real de España con otras monarquías de Europa”, apunta Faccio en su libro. “Pero hoy en España las miradas seductoras entre el rey y la reina son noticia: una pareja real enamorada aumenta la popularidad. En el siglo XXI el capital de la nueva pareja real no era político. Era sentimental. El mayor acto de fe de Letizia Ortiz al casarse con el príncipe no fue someterse al interrogatorio de un arzobispo en Madrid. Fue renunciar a su trabajo y pensar que podría seguir siendo tan libre como antes de casarse con él”.


 

Loading...