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Los fines de semana, con la tontuna que te entra después de comer, me gusta tumbarme en el sofá y tragarme 'Corazón' en TVE. Es un programa de esos que ahora llaman blanco, donde todo lo que se emite tiene el tacto de un algodón de azúcar. Los nostálgicos del corazón de antaño deben disfrutar con el programa porque es tan ordenado y esperanzador como una canción de María Ostiz. Supongo que los redactores se descojonarán al hacerlo y harán campeonatos para ver quien coloca en sus vídeos el mayor número de expresiones tan socorridas como “con su elegancia habitual”, “haciendo gala de su proverbial simpatía” y cosas así. El sábado salió Mar Flores en una fiesta y le preguntaban cómo estaba. Ella, con su sonrisa habitual, respondía: “¿Cómo me veis?”. Y una reportera dictaminaba: “Espectacular”. “Pues así me encuentro” dijo ella con su sonrisa habitual. Y se quedó tan ancha. No contenta con su respuesta abundó más en ella: “Para estar espectacular me levanto temprano, hago deporte, me maquillo”. Y todo esto lo decía sin movérsele una pestaña y con su sonrisa habitual, que así entre nosotros os diré que me parece un soberano coñazo. Tras Mar Flores salió Penélope Cruz y ahí sí que mi rostro se inundó de mi sonrisa habitual. Es uno nuestros mayores tesoros pero la hemos maltratado como a una muñeca vieja. Ha logrado cosas impensables pero nuestro país, poco dado a reconocer el mérito ajeno, la ha machacado con argumentos propios de mentes paletas y muy cercanas al retraso. Muy buena persona debe ser para seguir aquí, permanecer callada ante tanto machaque y no habernos enviado en alguna que otra ocasión a tomar por saco. A mí ella me ha encantado, me encanta y me encantará por los siglos de los siglos.