¡Madre mía! Hace tan solo unos días que comenzamos el mes de octubre y ya están adornando las calles de Madrid con las luces navideñas. ¿Cómo se me pueden estar pasando los años tan deprisa? ¿Por qué cada año ponen los adornos antes? Ahora, más que nunca, todos tenemos que ahorrar en electricidad, que nos viene un invierno duro. La verdad es que no sé de qué me extraño con que los ayuntamientos ya se estén preparando para que las ciudades luzcan alegres, porque yo llevo desde el verano comprando lotería de Navidad. Lo reconozco, como vaya a un chiringuito, a un restaurante, a una tienda o a la estación del tren, si veo un décimo me como la cabeza como no me lo compre. Así que llevo unos meses comprando todos los números que veo. Cuando digo que las navidades no me gustan, es que tienen tantos ingredientes para no gustarme... Espero que alguien que me lea me comprenda.
Adiós a Jesús Quintero
Esta semana no quería dejar de dedicarle unas líneas a mi querido Jesús Quintero. Fue uno de los periodistas más emblemáticos de nuestro país. Él era un genio y, como tal, su vida fue un tanto desordenada. Los genios de las letras no entienden de números, por eso Jesús tuvo tantos altibajos económicamente hablando durante toda su vida. Él hizo realidad sus pasiones sin pensar nunca en el dinero y eso no deja de ser una faena. Es una lástima que una persona de su importancia en el mundo de la comunicación haya tenido que vivir con angustia cada día. Si por algo se caracterizó Jesús fue por sus puestas en escena. Tuve la fortuna de que me llamara para entrevistarme en uno de sus programas en TVE. Nunca olvidaré ese plató que simulaba ser un estudio de radio, un lugar donde él tanto éxito obtuvo en sus primeros años de profesión. Cuando me llamó para invitarme me quedé en shock. Era el año 2006, me encontraba en un ‘impasse’ profesional y me llamó la atención que me llamara, porque Jesús entrevistaba a grandes personajes de diferentes ámbitos en esa época. Esa llamada me dio una alegría muy grande, porque me sentí muy reconocida. Todos los que nos dedicamos a esta profesión hemos vivido la ingratitud de este mundillo. Recuerdo que hacía poco tiempo que yo había terminado con una de mis parejas, que yo no nombro. Bueno, la única que yo no nombro, porque a las demás las nombro a todas. Me acuerdo que me hizo mucha gracia cuando Jesús me preguntó si al ver un pájaro yo decía “pi-pi-pi-pi”. Nunca se me olvidará mi respuesta: “Solo digo pi-pi cuando voy al cuarto de baño”. Se me quedó grabada su sonrisa. Ahora, desgraciadamente, tus silencios, Jesús, serán eternos.