Eres el prototipo del hombre/hombre. No sueltas cursiladas, boxeas y no te imagino con un delantal preparando un suflé para darle una sorpresa a Makoke. Me caes bien porque nunca has intentado fingir lo que no eres y me recuerdas a los varones que he tenido en mi vida, empezando por mi padre.

Sí, pero…

Hasta aquí hemos llegado, querido Kiko. Porque te veo chaquetear y ya no me pareces el mismo. Ojos húmedos, voz temblorosa, todo el mundo es bueno. Y encima tu hijo nos confiesa que “lleva una coraza, yo sé que no es así”. ¡Pues si no eres así, apaga y vámonos! ¡Que nos devuelvan el dinero! No nos decepciones, que para hombres sensibles ya tenemos a nuestros amigos, pero nos hace falta un tipo duro que nos recuerde que hubo un tiempo no muy lejano en el que vivíamos en las cavernas.