Herpes zóster, lo que hay que saber de esta infección causada por el virus de la varicela zóster

Puede aparecer en el costado, la cara o la espalda y tiene mayor prevalencia en las personas mayores de 50 años y las inmunocomprometidas, pero el virus está presente en más del 90% de la población española. (1-3)

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Redacción

Lecturas.com

Para algunos expertos, el herpes zóster es una de las infecciones más reconocibles que existen, ya que se experimenta un dolor punzante, ardiente y muy intenso, acompañado de un sarpullido en la zona afectada que suele ser el costa- do, el abdomen o la cara, conocido como “culebrilla”.3

La explicación de su nombre es más precisa: el herpes zóster o “culebrilla” es un sarpullido que aparece en forma de pequeñas ampollas en la piel causado por la reactivación del virus de la varicela zóster.1

Durante la infancia es muy frecuente contagiarse del virus varicela zóster. De esta forma contraemos la varicela, pero ¿qué ocurre cuando aparentemente ya la hemos pasado?

El virus no se elimina, sino que se queda acantonado o dormido en nuestros nerviossensoriales, pudiendo reactivarse ante una bajada de defensas en forma de herpes zóster.1-3

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¿Cuáles son los síntomas del herpes zóster?

Entre los primeros síntomas, se encuentra la aparición de dolor intenso ardiente o punzante en la zona del cuerpo donde el virus se quedó latente.3

Tras unos días, aparecen en la piel pequeñas ampollas agrupadas similares a las de la varicela, normalmente en una única zona del cuerpo, como alrededor de la cintura o la espalda, y menos frecuentemente en la cara, pudiendo afectar a los ojos, los oídos o la boca. Esta fase puede durar de 2 a 4 semanas.3, 4

En la mayoría de los casos, el sarpullido y el dolor se resuelven con el paso de los días, pero en algunas personas, el dolor y el malestar puede persistir en el tiempo, dando lugar a la neuralgia postherpética, la complicación más frecuente, que consiste en un dolor que se describe como una sensación eléctrica, ardiente o punzante en la zona afectada durante más de 3 meses desde la resolución del sarpullido, pudiendo durar meses o incluso años.5

Impacto en la calidad de vida de los pacientes con herpes zóster

El herpes zóster presenta una baja mortalidad, pero sus complicaciones, especialmente la neuralgia postherpética, pueden ocasionar discapacidad y afectar a la calidad de vida de quienes lo padecen.3

Este dolor puede alterar el sueño, el estado de ánimo, el trabajo y las actividades de la vida diaria, lo que repercute negativamente en la calidad de vida y puede provocar retraimiento social y depresión.4

¿Qué debo hacer si sospecho que tengo un herpes zóster?

Lo primero que debes hacer es acudir a tu centro de salud más cercano para comenzar con un tratamiento antiviral en las primeras 72 horas, lo que puede evitar posibles complicaciones.2, 4

Tras el diagnóstico es importante que la zona del herpes zóster se mantenga seca y limpia, ya que, aunque el herpes zóster no es contagioso, el virus varicela zóster que está dentro de las pequeñas ampollas es contagioso para aquellas personas que no hayan pasado la varicela.2

No es recomendable el uso de ropa ceñida ya que la zona afectada se vuelve muy sensible.6

Para más información consulta con tu médico y visita la web https://www.virusherpeszoster.es/?cc=es_oth_oth_na_104351

  1. Kate M. Cronan. Herpes zóster [Internet]. 2019. [Último acceso octubre 2023]. Disponible en: https://kidshealth.org/es/parents/shingles.html
  2. MedlinkNeurology. Patient Handouts. Culebrilla [Internet]. 2014. [Último acceso octubre 2023]. Disponible en: https://www.medlink.com/handouts/culebrilla
  3. Harpaz R, Ortega-Sanchez IR, Seward JF; Prevention of herpes zoster: recommendations of the Advisory Committee on Immunization Practices (ACIP). MMWR Recomm Rep. 2008;57(RR-5):1-CE4. PMID: 18528318.
  4. Hadley GR, Gayle JA, Ripoll J, et al. Post-herpetic Neuralgia: a Review. Curr Pain Headache Rep. 2016;20(3):17. PMID: 26879875.
  5. Calvo-Mosquera, G., González-Cal, A., Calvo-Rodríguez, et al. Dolor en el herpes zóster: prevención y tratamiento. SEMERGEN - Medicina de Familia. 2017;43(4), 318–327.

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