Los orígenes desconocidos que Isabel Pantoja siempre intentó ocultar: “Era ambiciosa, con una meta clara y mucha fe”

Destapamos los verdaderos inicios de Isabel Pantoja, una vida que no empezó siendo nada fácil

Isabel Pantoja
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Álex Ander
Álex Ander

Periodista especializado en corazón y crónica social

Algunos niños nacen con un pan bajo el brazo. En el caso de Isabel Pantoja (67 años), Maribel para los suyos, podría decirse que lo hizo más bien con una peineta y un micro. De hecho, la sevillana vino al mundo en agosto de 1956, en el barrio de El Tardón, a las afueras de Triana, en el seno de una familia de artistas. Con siete años, ella misma se subió por primera vez a un escenario para entonar una canción en un evento en el que también actuaba su padre, Juan Pantoja Cortés, letrista de fandangos y cantante en el trío Los Gaditanos. 

El veneno de la actuación le picó fuerte a la artista, que a partir de ese momento decidió presentarse a todos los concursos de cante que promovían las emisoras para descubrir artistas noveles. “Le dijimos: ‘Si no estudias, no cantas’”, confesó su madre, Ana Martín, quien en su juventud había sido bailaora para compañías como la de Juanita Reina. “Como a ella lo que más le gustaba era cantar, no tuvo más remedio que estudiar, pero solo hasta los trece años”.

Según la propia Isabel, su padre enfermó de hepatitis y entonces “se hizo necesario quitar alguna boca de casa, en la que se vivía al día. Todos estaban trabajando en el tablao flamenco El Rombo, en Can Pastilla, y yo me fui de vacaciones con ellos”.  Aquel verano de 1969 debutó como bailaora junto a su primo Antonio Cortés, alias Chiquetete, aunque en un momento dado también empezaría a cantar algún temita para deleitar al público del local.

El primero contrato de Isabel Pantoja

Fue un año después cuando tuvo ocasión de firmar su primer contrato discográfico. Lo hizo de la mano del productor, músico y compositor Miguel Aller, que acudió un día a tomar una copa a El Rombo y quedó sorprendido por el desparpajo de la sevillana. “Al principio, el padre no era muy partidario de acceder a causa de la juventud de su hija Maribel, pero poco a poco se fue haciendo a la idea”,  explicó en su libro de memorias 'Loco por la música'. “Después de prometerle además la grabación de un disco de cuatro canciones como cantaor, firmamos un contrato en el despacho de mi primer estudio de grabación Fonal”.

Como Isabel era aún menor de edad, fue Juan Pantoja quien plasmó su firma en aquel contrato, que tenía una duración de cinco años y comprometía a la artista a grabar un mínimo de veinte canciones. Sin embargo, la aspirante a estrella no llegó a cumplir ese contrato y abandonó Mallorca después de su primera grabación discográfica, que contenía algunas versiones y canciones dirigidas a los turistas que la veían actuar cada noche en el tablao.

“Lo incumplieron todo”, explicó luego el hijo de Aller a El Cierre Digital. “Se fugaron por la noche, en un barco, porque debían dinero a todo el mundo en Mallorca, incluido el dueño de la pensión en la que se alojaban. El abogado le dijo a mi padre que no denunciara porque, al fin y al cabo, eran una pobre gente y no tenían nada para pagar, a veces no tenían ni para comer”.

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"Maribel tenía una gran seguridad en sí misma"

Al poco de aquel episodio, sobre el que los Pantoja han evitado siempre pronunciarse, Isabel recibió una oferta para trabajar en El Embrujo, un tablao flamenco ubicado a la entrada del pueblo de Castilleja de la Cuesta. Allí trabajó durante algún tiempo, bailando y entonando tonadillas y coplas que había aprendido años atrás. El empresario Baldomero Negrón, uno de los dueños de la sala, contaría luego que casi se arruina por intentar lanzarla a la fama y que, a pesar de doblarle la edad y estar casado, se encaprichó de su cuerpo.  Algo de cierto habría en el asunto, porque Baldomero descuidó bastante su matrimonio y rápidamente contacto con los maestros de la copla española Juan Solano y Rafael de León para que acudieran a presenciar una actuación de la sevillana. Tras verla, ambos pasaron al camerino a conocerla. Después de un rato de charla, Solano aceptó echarle un cable. 

“Me la llevas a Madrid, pero solo si eres tú el que te ocupas de ella. Estoy harto de que los artistas vayan siempre con la familia al retortero”, le dijo a Baldomero, que no solo se presentó en una boutique de Sevilla para comprarle ropa a Isabel, sino que la recomendó a varios locutores y periodistas sevillanos para que la entrevistaran, y hasta la llevó en su coche a Madrid, donde se instaló con toda la familia. “Maribel tenía una gran seguridad en sí misma”, aseguró luego el empresario al respecto. “Era ambiciosa, con una meta fija y con mucha fe. También soñaba con ser madre algún día. ‘Yo sería muy feliz con un hijo entre mis brazos’, solía decirme a veces. Pero enseguida volvía a lo suyo, a su pensamiento de marcharse desde Sevilla a Madrid a ser figura. Por entonces estaba muy de moda todos los años el Festival de Eurovisión. Y ella pensaba que podían elegirla algún año y ganar como Massiel y Salomé”.

La tonadillera empezó a bailar en el Corral de la Morería, a razón de 2.500 pesetas diarias, y se empleó a fondo en las clases a cargo del maestro Solano, que se dedicó a pulir su tosco estilo y la aconsejó en cuestiones de la vida. A veces, Juan Pantoja acudía al estudio del autor y se mantenía callado para escuchar cómo ensayaba su hija. También la acompañaba siempre al tablao, donde los hombres se agolpaban como moscas alrededor de aquella morena joven y guapa que derrochaba carisma pero, debido a su timidez, nunca alternaba con ningún cliente.

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Y entonces, llegó Paquirri a su vida

El padre de Isabel fue testigo de cómo ella preparaba el que para muchos es su primer álbum: un disco homónimo con diez canciones que lanzó en 1974, con una orquesta dirigida por Benito Lauret. Sin embargo, apenas pudo saborear las mieles de aquel incipiente éxito, porque al poco cayó gravemente enfermo y falleció. Isabel se vio entonces obligada a convertirse en el motor económico de su familia, que cabalgaba a lomos de una economía muy poco boyante. 

Durante los siguientes años, la tonadillera debutó como actriz, interpretando a la novia de El Estudiante en la serie 'Curro Jiménez', y subió como la espuma gracias a sus apariciones en el programa Cantares, por el que pasaron todas las estrellas de la copla. Decidida a modernizar la canción española, pero sin que esta perdiera su esencia, grabó varios discos repletos de temas compuestos por Solano y León, quienes también invirtieron tiempo y dinero para estrenarle varios espectáculos. “Cuando Isabel llegó a mí”, relató Solano, “me dediqué de lleno a ella, hasta el punto de que otras artistas me lo recriminaban, amenazándome con que ya no cantarían más cosas mías si continuaba dedicándome a componer casi en exclusiva para ella”.

La sevillana triunfó igualmente en los escenarios con el entremés 'Ganas de reñir', de los hermanos Álvarez Quintero, donde compartía protagonismo con Máximo Valverde. El apuesto galán andaluz consiguió enamorar a Isabel, pero Ana Martín, que siempre ejerció una enorme influencia en su hija, y además conocía la fama de picaflor del actor, se encargó de convencerla de que aquel coqueteo no le convenía. La matriarca del clan Pantoja había impulsado la carrera profesional de la tonadillera desde el principio, y no quería que ningún muchacho le hiciera perder de vista su objetivo vital: llegar a convertirse en una gran estrella. A menos que se tratase de un torero famoso que contribuyera a aumentar su fama y prestigio, claro. Porque cuentan que Ana estaba que no cabía en sí de gozo cuando su hija conoció a Paquirri en Jerez de la Frontera, en mayo de 1980, tras una corrida de toros, y le enamoró profundamente.

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