“Creo que me merezco la revancha”. Lo dice Javier Tudela en su alegato para ser repescado por la audiencia. Y lo ha dicho en los últimos segundos de su tiempo. No sabemos a la audiencia, pero a nosotros nos ha ganado completamente. Queremos que entre él, porque promete dar juego, aunque si luego se queda a medio gas resultaría un fiasco tremendo… ¿qué deberíamos hacer por tanto?
¿Deberíamos votar por Javier que promete aclarar las cosas con alguien que sigue dentro manteniendo los principios a los que ha sido fiel a todo el concurso? ¿Votar a Fran Nicolás que ha dicho, palabras textuales, que va a “dar mucha gracia a la casa” (¿?¿?¿?¿?)? Mucha polémica puede que sí, gracia fandanguera, pues no estamos muy convencidos de ello… Eso sí, está convencido de que Carlos Lozano se convertiría en su sombra. ¿O deberíamos elegir a Julius, el cocinero con fama de tirano, porque ha asegurado que desea entrar para animar a Laura? Las chicas, Liz y Lucía, están fuera de la ecuación repesca. Liz ha renunciado a ella, porque prefiere estar fuera con su hija y está haciendo campaña para apoyar a Fran, y Lucía ha sido votada para abandonar la competición. Qué pena, queríamos ver qué era el “chibiribiripompón” que nos había prometido en su alegato. Ahora nos quedaremos para siempre con la duda.
Y mientras, en la casa, las cosas siguen aburridas no, lo siguiente. Carlos hablando solo, Belén y Charlotte a su rollo, decepcionadas porque los hombres de la casa no les dicen piropos (valiente ejemplo están dando), Sema y Julián han pedido una hora sin cámaras, y empezamos a sospechar que el primero ha dejado de jugar hace tiempo y está sintiendo cositas por su compañero. La Bollo y Rosa súper perdidas (¿estarán concursando en otro reality y se tienen que repartir entre este y el otro?), pero lo mejor de todo es que se ha iniciado un acercamiento amistoso entre Matamoros y Lozano, enemigos acérrimos desde el minuto 1. Lo decimos porque Carlos entró en la casa diciendo a Laura, “¿tú eres la hija de Makoke?” (provocador nato) y eso la hizo saltar como un gato que se descubre en el espejo. Desde entonces han estado en bandos de la casa encontrados, pero ahora empiezan a descubrir que sus caracteres puede que no sean tan diferentes. Es lo bueno que tiene GH, que te obliga a conocer a la gente con la que convives y te sorprende que tu enemigo tiene contigo más cosas en común de las que creías.