Los motivos que originaron la tensión entre Julio Iglesias y Enrique Iglesias

Los dos han compartido profesión pero también enfrentamientos. Desgranamos el conflicto abierto entre Enrique y Julio Iglesias

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Conchi Álvarez de Cienfuegos

Redactora Jefe de Clara Corazón

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Si Chábeli (52 años) era la preferida, la niña mimada, y Julio José (50 años) era el deportista; a Enrique (48 años) no le quedaba otra que ser el de la música. Los tres hijos mayores de Julio Iglesias (80 años), casi sin darse cuenta, se habían repartido las pasiones de su padre. Cada uno llenaría un nicho de la personalidad de su progenitor. Nietzsche podría escribir largo y tendido al respecto.

Desde pequeño sentía predilección por escalas y compases. Enrique Iglesias quería absorber cada conocimiento sobre música que su padre tuviese. A escondidas, soñaba con ser algún día tan grande como el artista que le dio media de su carga genética, y aspiraba a ser la savia nueva de la música latina. Dicen que debes tener cuidado con lo que deseas, porque a veces se cumple. Y a él se le cumplió. Todo lo que soñaba, pasó. Pero también ocurrió algo que no previó (o quizás sí), la relación con su padre quedó hecha añicos.

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No quería que su padre se enterara. La versión de Enrique Iglesias era que no quería pedir ayuda a su progenitor. Tirar de enchufes y favoritismos. Pero tampoco se ocultó. Él era, es y será: Enrique Iglesias. Para que no hubiera dudas de sus orígenes, y quizás lo hizo para mantener una competición que ha durado muchos años.

Enrique Iglesias

“A mi padre, no saberlo, le molestó. Vamos a decirlo así. No saberlo fue el punto más difícil”, asegura Chábeli Iglesias en el especial ‘Lazos de sangre’ que se le dedicó a la figura del octogenario artista. Enrique Iglesias, para que el latin-lover no descubriera cuáles eran sus planes, pidió prestado dinero a la niñera que les conocía desde niños y les había criado, La Seño. Ella le dio los 500 euros que costaba hacer la maqueta de ‘Si tú te vas’, con la que se presentó en el mundo de la música. Y, tras ello, el escándalo.

Julio Iglesias lo descubrió. Vaya si lo descubrió. Y la reacción fue apoteósica. “Tuvimos una pelea por teléfono del tipo ‘estás loco, por qué has hecho esto sin decirme nada, yo soy el que estoy en la música, no vas a poder conseguir nada sin mí’”; relataba el propio Enrique en una entrevista hace años. “Después de eso, hice las maletas y me fui de casa”.

Había despertado a la bestia. Su padre es un hombre que quiere mucho a sus hijos, pero, también, alguien orgulloso y competitivo. Siempre quiso ser el mejor y ahora le salía competencia. Y en su propia familia nada menos. Julio José lo explica así, “mi padre se siente muy orgulloso de sus hijos porque nos lo dice todos los días; pero, al mismo tiempo, él es un competidor y quiere ganar y seguir siendo número uno, eso está clarisísimo”.

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El de Cartagena se negaba a perder su posición ¡y menos ante su propio hijo! Ese iba a ser un pulso que no estaba dispuesto a que le ganaran. Pero los hechos hablaban por sí solos. El que acumulaba ahora números uno en la lista de los Billboard era él y no el veterano.

Julio Iglesias
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“Enrique es guapo, simpático, una persona maravillosa, ¡cómo no va iba a tener éxito!”, dice de él su hermano Julio. “Me impresionó muchísimo y me quedé un poquito en shock. Pensé ‘¡Guau! ¡Qué tío!’”. Todos querían su trocito de Enrique pero a su padre aún le costaba reconocerlo. Este no perdía oportunidad para desmerecer, siempre con un paternalismo recalcitrante, el éxito de su hijo; lo que hizo que la brecha entre ambos se fuera haciendo más grande.

“Siempre he querido ser mejor que mi padre”, dice Enrique Iglesias en otra de sus primeras entrevistas. “Vender más discos que mi padre, ser mejor cantante que mi padre y mejor artista que mi padre”. A principios de los 2000, el pique entre los dos Iglesias estaba en lo más alto de su apogeo.

Julio Iglesias no pertenecía a la nueva generación que consumía música en masa. Que abarrotaba los conciertos y que reclamaban sus canciones en las radios. Lo hacía Enrique. Y eso, al mayor, en su corazón de estrella, le dolía.

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“Mi hermano es muy independiente. Yo creo que él quería hacerlo solo para demostrarle a mi padre que podía”, dice Chábeli de él. Y, cuando lo logró,  tuvieron que volver a acercarse. Y lo hicieron con todo medido y calculado. Con una puesta en escena perfecta.

Fue en Marbella. Una década después de que se iniciara el conflicto. Aquella abrupta salida de casa después de oír lo que ningún hijo querría escuchar de un padre con el que comparte profesión. Y fue del hijo tendiendo la mano al padre. Enrique Iglesias acudió a ver actuar a su padre en uno de sus conciertos en Marbella, a sentarse entre el público. Muy importante ese matiz. Él, interpretando el papel de pupilo, quiso rendirse ante al maestro. Y parece que así este quedó contento. 

"A veces uno dice cosas pero en el fondo del alma uno no lo siente. No estoy segura de si a mi padre le molestó que Enrique no le contase sus planes, pero de lo que sí estoy segura es que mi padre está orgullos de él y de que los dos se quieren mucho". Palabra de Chábeli.