Piel luminosa y radiante

Con sérums y concentrados

Piel luminosa y radiante

Cuando la piel tiene un tono apagado, los cuidados de belleza habituales no son suficientes y entonces se necesitan tratamientos intensivos. Estos son la mejor solución para recuperar la luminosidad perdida, lo que suele ocurrir al final del invierno, tras una dieta prolongada o en períodos de estrés. Si además, se añaden otros factores que también influyen en el tono de la piel, como por ejemplo la contaminación, el tabaco, el cansancio, la piel resulta fatigada, envejecida y con un aspecto grisáceo.

Cuidados para cada edad

En estos casos, se recomienda dedicar a al piel más cuidados. Más horas de descanso, una exfoliación periódica y cosméticos de calidad que contengan una alta concentración de ingredientes activos, como los sérums y concentrados monodosis, que aportan excelentes resultados en un tiempo récord.

A los 20 años. Se necesitan cuidados especiales solo si tienes la piel muy estropeada por el sol, el tabaco o la falta de cuidados. A esta edad, resultan ideales las texturas ligeras y que contengan vitaminas y activos hidratantes.

A los 30 años. Mejor utiliza fórmulas con ingredientes que alisen la piel (ácidos frutales), sean ricos en antirradicales libres (té verde y vitamina E) y que contengan elementos energizantes, como la creatina.

A los 40 años. Te convienen los cosméticos que activen la microcirculación (cafeína), estimulen la formación de colágeno y rellenen las arrugas desde el interior (con retinol y péptidos).

A los 50 años. Decántate por fórmulas que contengan activos redensificantes (como la soja), que tensen la piel (proteínas de trigo y arroz) y que atenúen las manchas (regaliz o arbutina).

A partir de los 60. Elige texturas más ricas y que contengan ingredientes muy hidratantes (como el ácido hialurónico), que nutran la piel (aceites vegetales, caviar) y, si puede ser, que estén mezclados con otros ingredientes con poder iluminador (oro, polvo de perlas...).

Cómo se aplican

Los sérums y concentrados se aplican en pequeñas dosis porque llevan muchos principios activos. Con unas gotas basta para que sean efectivos. Para que la piel aproveche todos sus beneficios, hay que usarlos siempre sobre la piel limpia y sin maquillar. Mejor después de una exfoliación, pues la piel está libre de impurezas y células muertas, con lo que los activos de los productos se absorben mejor. Se extienden sobre todo el rostro haciendo un suave masaje para que penetren bien y también sobre el cuello y escote. Dedica especial atención a la frente, contorno de ojos, labios y surcos nasogenianos.

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