Me sentó fatal caer en la cuenta de mis primeras patas de gallo pero me agobié mucho más cuando también descubrí arruguitas despuntando por mi escote. Creo firmemente que la arruga puede ser bella, pero aplicárselo a una misma, no nos engañemos, cuesta.
UN SUJETADOR DISTINTO
Así que, cuando se alzó la voz en la redacción buscando una voluntaria para probar un sujetador que, avalado por la investigación médica, promete prolongar la lozanía justamente del escote, me faltó tiempo para ofrecerme. Reconozco que su primera visión me chocó (parece más un top deportivo puesto al revés que un sujetador), pero ¿qué podía perder?
LOS PRIMEROS DÍAS
Siguiendo sus instrucciones, primero me lo puse cuatro días durante tres horas, mientras estaba en casa liada con mis rutinas familiares de la tarde. De entrada me sentí extraña, por aquello de que los pechos quedan fuera, pero enseguida me resultó cómodo y olvidé que lo llevaba puesto.
DORMIR CON ÉL
Cuando al quinto día me lo puse para dormir, comprobé que impide que los pechos se junten o se monten uno sobre el otro en la cama. Y ahí está la clave: el escote queda ‘estirado’ toda la noche, independientemente de la posición que adoptes mientras duermes. Pensé que me molestaría mucho pero no, porque las mamas quedan libres y no aprieta por ningún lado. Además, diría que justo desde que lo llevo, al despertar noto algo menos de dolor en la parte alta de la espalda, que siempre se me carga porque no me coloco del todo bien en la silla mientras trabajo. Creo que es porque su parte trasera recoge justamente la zona dorsal durante el sueño y eso me va bien.