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Muchas cosas e ideas a la vez, a ver cómo las ordeno. Vuelvo a salir a la calle después de varios años encerrado en mi casa. Vuelvo a tener ganas de pasear, de relacionarme con amigos, de perderme por Madrid. Pensé que había dejado de quererla, pero me he dado cuenta de que lo nuestro ha sido una crisis pasajera. Crisis que se ha visto acrecentada porque la gobiernan unos políticos con los que no tengo nada que ver, pero el sábado tuve una revelación. Una señal. Hay que estar muy preparado mentalmente para saber captar las señales. El universo te las envía constantemente, pero hay veces que estás tan revuelto contra ti mismo que no te enteras. Me encanta la crioterapia. Meterme durante tres minutos en una máquina en la que la temperatura llega a estar a menos ciento cincuenta grados. Te pones unos patucos, unos guantes y te metes en una especie de tubo vertical que te deja la cabecita al aire. Yo voy a hacérmela a un sitio que está en la calle Mejía Lequerica, en Justicia, uno de los barrios más bellos de la capital. Pues estaba yo metido en el tubo con la cabecita al aire y entró en el local la actriz Debi Mazar, conocida en nuestro país por la magnífica serie ‘Arde Madrid’. La serie narra –entre otras muchas cosas– los años que Ava Gardner vivió en Madrid. Y Debi interpreta a Ava. Cuando la vi entrar al local mientras yo estaba pasando frío me pareció que estaba viendo a la mismísima Ava Gardner. Qué guapa es Debi. Qué estilosa. Y qué simpática parece. La chica que la atendió y yo nos quedamos prendados. Son estas cosas que te pasan en Madrid y entonces piensas que, aunque aquí esté esa derecha/ultraderecha a la que se le llena la boca con palabras como “comunismo” para meter miedo –durante este año nos vamos a hartar de escuchar el mantra “año de rojos, año de piojos”–, la ciudad sigue siendo una de las mejores del mundo para vivir. Lo era cuando Ava Gardner vivía en Madrid bajo el régimen de Franco y lo es ahora con Debi Mazar paseándose por una ciudad en la que su presidenta expande bulos diariamente en su Twitter y no tiene la decencia de borrarlos cuando se demuestra hasta la saciedad que son falsos. Así como en los bingos los jugadores ganan botes por acumulación, nuestra presidenta ganará el de acumulación de bulos por aclamación.