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Cuando Kiko Matamoros dijo que se marchaba sus compañeros enarcaron la ceja y pensaron: “A esa cancioncita hay que ir cambiándole la música”. Me envió un mensaje comunicándome su decisión, le llamé y tras hablar con él le creí. El sábado apareció en el Deluxe para despedirse y sucedió algo emocionante. De la desconfianza inicial pasamos a la emoción desbocada. Acabamos todos llorando, incluido él, y antes de abandonar el plató pidió perdón a sus padres por el daño que les había podido causar. Se refería a su intervención en La Caja, en la que el padre quedó como un señor durísimo con sus hijos. Matamoros se encuentra en esa fase en la que piensa que bastante de lo que ha hecho en Sálvame raya lo vergonzoso. E incluso afirma que no habrá ninguna cadena que le ofrezca trabajo porque todos los que salen/salimos de ahí quedamos estigmatizados. No estoy de acuerdo. Matamoros lleva ocho años acompañando a muchísima gente a través de la televisión. Sólo por esa labor que ha desempeñado debería sentirse orgulloso