“Ráptame, Antonio, porque no puedo más”: la tormentosa relación de Marisol y Antonio el Bailarín

Marisol, que este martes es el personaje central de 'Lazos de sangre', vivió una intensa historia de amor con dos Antonios: El Bailarín y Gades

Marisol
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Álex Ander
Álex Ander

Periodista especializado en corazón y crónica social

Marisol (75) cantó muchas veces aquello de “tengo el corazón contento, el corazón contento, lleno de alegría”. El de la niña prodigio del franquismo, sin embargo, pasó años herido, haciendo frente a los sinsabores de la vida. La malagueña fue descubierta en 1959 por el productor cinematográfico Manuel J. Goyanes, que convenció a sus padres para que firmasen con él un contrato en exclusiva. “Yo estaba como secuestrada. Cuando ya siendo mayor quería conocer chicos me lo prohibían. Y si de los que conocía me gustaba alguno, me lo aislaban inmediatamente. Yo era intocable, ¿entiendes?, era su negocio”, comentó Marisol, que tenía doce años cuando se fue a vivir a la casa que la familia Goyanes tenía en la calle María de Molina de Madrid. A su madre se le ubicó en una pensión vecina.

La vida sentimental de aquella máquina de hacer dinero de aspecto angelical despertó bastante interés desde el principio. Las hemerotecas del colorín dan fe de todos los romances que se le atribuyeron en la década de los sesenta -con gente como el actor Mel Ferrer o el torero Palomo Linares-, así como de sus idas y venidas con Carlos Goyanes, hijo de su descubridor y manager. Con este pasó años coqueteando, se casó en 1969 y se separó de facto tres años más tarde, tras haber sufrido algún aborto. Durante el tiempo que duró su relación sentimental, que según algunos lo fue más por interés que por amor, Marisol se sintió atrapada en ella. 

El romance de Marisol y Antonio el bailarín

En ese sentido, el bailarín Antonio Ruiz Soler aseguró que había vivido un idilio con la malagueña, a quien sacaba 27 años, después de coincidir con ella en el rodaje de 'La nueva cenicienta' (1964). “Ella venía por mi casa de Marbella para que le enseñara los bailes de la película”, confesó a la periodista Pilar Eyre para 'Interviú'. “Y allí, poco a poco, nos fuimos enamorando. Pobrecita, entonces estaba tan dominada por todo el clan Goyanes y por su madre, que no la dejaban ni respirar, venga siempre a hacer películas, que a mí me vio un poco como su libertador”.

El sevillano, nombre capital del ballet español, le contó a Eyre en la citada entrevista que Marisol le llegó a decir a su madre que o se casaba con él o se metía a monja. “A mí me suplicó ‘ráptame, Antonio, porque no puedo más'. En África nos vimos y le volví a preguntar ‘¿Estás segura, Pepa? ¿De verdad quieres que nos casemos?’ Y ella me contestó que sí, que más que nunca. Entonces yo me fui a Londres con mi ballet y di una rueda de prensa anunciando que me casaba con una actriz española que se llamaba Marisol. Y acto seguido saltaron los Goyanes y su madre en España diciendo que todo había sido una maniobra mía para hacerme publicidad. No me dejaron verla nunca más”. 

Marisol no ha querido ahondar en la versión del bailarín de que entre ambos hubo algo más que una gran amistad. "Antonio fue una de las primeras personas que conocí cuando llegué a Madrid", explicó en una ocasión. "Él le dijo a Manuel Goyanes que tenía futuro. Después, poco a poco, tuve la oportunidad de conocerlo muy bien, de trabajar juntos y de verlo bailar solamente para mí en un estudio enorme. Cuando lo contemplaba, lo veía como un Dios. Como artista y como persona era muy grande".

Una vez liberada del yugo de los Goyanes, la intérprete de 'Tómbola' fichó a Paco Gordillo, manager de estrellas como Rocío Jurado o Raphael, y continuó buscando su identidad perdida. En 1973, después de vivir un tierno romance con Joan Manuel Serrat, empezó a salir con el gran amor de su vida, Antonio Gades. De la mano del atractivo bailarín, con quien tuvo a sus tres hijas, María, Tamara y Celia, Marisol descubrió la política, hasta el punto de convertirse en fiel militante del Partido Comunista, e hizo su primer amago de retirada tras rodar la película 'El poder del deseo', de Juan Antonio Bardem.

Marisol Carlos Goyanes

Marisol, con Carlos Goyanes

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Los feroces ataques de celos de Antonio Gades

El gran resistente del cine español no lo tuvo fácil a la hora de dirigirla debido a los ataques de celos que le daban al posesivo Gades. “Antonio Gades planteó muchos problemas a la hora de rodar las secuencias eróticas y de desnudo”, contó José Aguilar, biógrafo de la malagueña. “De hecho, algunas de ellas tuvieron que ser eliminadas porque él se negaba a que su pareja saliera de esa manera. Al final, ejerció como una especie de censor que fiscalizaba cada movimiento de cámara que permitiera ver más o menos de aquel fabuloso cuerpo que su mujer poseía en esos años”.

La musa de la transición se instaló con su familia en Altea y puso su carrera en segundo plano, hasta el punto de que sus apariciones públicas se limitaran a acompañar a Gades a sus espectáculos. “Mi hombre está por encima de todo, quiero retirarme porque estoy desengañada de mi vida, quiero estar todo mi tiempo con Antonio Gades, huir con él, viajar sin rumbo fijo…”, llegó a decir. No pensaba lo mismo Gades, que se consagró como estrella internacional tras ponerse al frente del Ballet Nacional. Por lo visto, su relación con Marisol hacía ya aguas cuando ambos se casaron en 1982 en La Habana. El bailarín se afanó en la tarea de desmentir los rumores que apuntaban a una infidelidad suya, pero no pudo seguir fingiendo después de que la revista Tiempo publicara con todo detalle su historia de amor con una millonaria suiza.

Marisol Antonio Gades

Marisol, con el que fue su marido, Antonio Gades

Aquella traición le rompió el corazón a Marisol. “Yo dejé a Carlos Goyanes y, ahora, Antonio Gades me ha dejado a mí”, aseguró a los periodistas la malagueña, que en 1983 lanzó su último disco, con canciones compuestas por Luis Eduardo Aute, y después de presentar en el Festival de San Sebastián la película 'Caso cerrado' (1985), de Juan Caño, donde compartía reparto con Antonio Banderas, se jubiló de su oficio, desapareciendo luego de la vida pública sin hacer ruido.

Por supuesto que Marisol siguió recibiendo ofertas de trabajo, algunas de ellas millonarias, pero ni tan siquiera las contempló. Encontró refugió en el barrio malagueño de La Malagueta, donde todavía hoy reside, y solo volvió a creer en el amor el día que conoció a su actual pareja, Massimo Stecchini, un florentino cariñoso y entregado que nunca ha dejado de apoyarla en el que es su mayor anhelo: ejercer de persona normal.
 

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