Por ESTHER HERRERA
Fue la sorpresa del último certamen de Eurovisión. Cuando una elegante mujer austriaca, de nombre artístico Conchita Wurst (que significa salchicha en alemán), con medidas de modelo, tacones de infarto y exquisitamente maquillada entró en el escenario de Copenhague. Una cantante que llevaba pestañas postizas y largos vestidos, pero que para sorpresa de todos, tenía una característica singular: una barba perfectamente recortada.
Tras ser coronada, no sólo como la mejor intérprete de Eurovisión 2014, sino como una luchadora a favor de los derechos de los homosexuales, Wurst ha sido invitada a cantar el próximo 8 de octubre ante el Parlamento Europeo en Bruselas. La austriaca ha asegurado que es “un gran honor” y considera que la invitación es importante para que Europa se muestre a favor de “la comprensión, la dignidad humana y la igualdad”.
Wurst es una figura controvertida y algunos eurodiputados del ala más derechista ya han mostrado su descontento a que la intérprete cante en la Eurocámara. Entre ellos, representantes del partido de extrema derecha alemán que creen que con la invitación a la ganadora de Eurovisión se promueve “la sexualización de la sociedad”.
La cantante, que dejó atónito a Europa con su particular físico, se hizo con el galardón a la mejor canción con su 'Rise like a Phoenix' ('renacer como una Ave Fénix', en inglés). Toda una declaración de intenciones, para alguien que, en efecto, salió de las cenizas como el pájaro mitológico.
Wurst, una figura conocida en su Austria natal tras haber pasado por programas de televisión y un reality show, ha asegurado que nunca ha tenido fácil el ser diferente, pero que gracias a Eurovisión se sienta reconfortada.
En el festival, la mayoría de países le dieron la máxima calificación, 12 puntos, entre ellos España. Cuando la presentadora de TVE, Carolina Casado, anunció que Wurst tenía la puntuación más alta, ésta lo agradeció con un emocionado “te quiero” a la representante española, Ruth Lorenzo.