"El juicio de Daniel Sancho molesta, y de qué manera, a las autoridades tailandesas", por Joaquín Campos

El periodista experto Joaquín Campos analiza, desde la isla de Koh Samui, cada semana y al detalle, el juicio de Daniel Sancho para Lecturas

Rodolfo Sancho, en el juicio de su hijo Daniel
Joaquin Campos
Joaquín Campos

Periodista expertos en sucesos. Koh Samui (Tailandia)

Tras tensas y lentas esperas, auspiciadas por el juez que dirige este caso, este próximo martes será clave, no sólo porque debería ser la última semana de toma de declaraciones, –con tanto retraso es posible que se alargue algunos días más–, sino porque declararán testigos de la defensa, entre ellos Daniel Sancho, al que se le espera con máxima expectación. Su padre, Rodolfo, además de Carmen Balfagón, Ramón Chipirrás y de Pedro V. Mateo, psicólogo español y Manuel Carrillo, experto forense también llegado desde España, tratarán de ayudar a la defensa con sus declaraciones, esenciales si Sancho desea evitar penas demasiado truculentas.

Es el momento de Daniel Sancho ante el juez

El nieto de Sancho Gracia tendrá que justificar ante el tribunal esencialmente las mayores dudas que le asegurarían, de no ser acreditadas, la pena de muerte, salvo que reconociera los hechos y pidiera perdón, lo cual, a lo sumo, conllevaría una cadena perpetua que a los nueve años permitiría su traslado a España.

Las preguntas clave, las cuales tendrán una mayor dificultad para ser justificadas, serán las siguientes: ¿Con qué fin compró Daniel los cuchillos antes de la llegada de Edwin? ¿Por qué buscó otro hotel más privado si ya disponían de otro establecimiento hotelero pagado? ¿Por qué cuando pensó que Edwin estaba malherido o muerto no llamó a una ambulancia? ¿Por qué lo descuartizó y diseminó sus partes entre el fondo del mar y diferentes cubos de basura? ¿Por qué se deshizo de los cuchillos, el móvil de Arrieta y su documentación? ¿Por qué le siguió enviando mensajes a su móvil preocupándose por él si ya sabía que estaba muerto? ¿Cuál fue la razón que le llevó a la comisaría de Koh Phangan a presentar una denuncia por su desaparición? Y, por último, ¿por qué días después de su detención declaró a la policía que él lo había matado y descuartizado, incluso contribuyendo con una reconstrucción concienzuda de los hechos, siendo grabado en cada detalle por una cámara de seguridad? 

Eso será la próxima semana. Pero en lo que concierne a esta que acaba de finalizar, todo ha estado marcado, primero, por la declaración de Juan Gonzalo Ospina como representante de la familia Arrieta, y por la nueva amputación de días laborables por parte del juez, que basándose en la rotura del aire acondicionado, nos ha dejado a todos los medios compuestos hasta el próximo martes, deseando que el problema técnico sea tan cierto como subsanable. 

El testimonio de Ospina y el error del tórax de Edwin Arrieta

Con el propio Ospina, supimos que la familia que representa quedó satisfecha, ya que con su testificación quedó clara la situación de Arrieta en vida, con dos clínicas en Colombia y Chile y numerosos trabajadores y que mantenía a sus padres y hermana, además de que contribuía con aportaciones muy generosas con la iglesia católica y su comunidad en Lorica, la ciudad que le vio nacer y crecer. Ospina aseguró que una abogada del equipo jurídico lloraba mientras relataba la situación en la que han quedado sus padres, de 78 y 76 años, sin dinero y cuando el papá tendrá que volver a trabajar ante la falta de ingresos. Especialmente doloroso fue escuchar que ellos aún no saben cómo murió su hijo y que ambos se encuentran bajo tratamiento médico padeciendo numerosos ataques de ansiedad y pesadillas, completamente desolados ante su presente y futuro.

Antes del primer testimonio de Daniel Sancho, que fue pospuesto, su abogado de oficio, Aprichart Srinual, aseguró que ���inicialmente queremos demostrar que en la primera declaración de Sancho la traducción no fue la correcta”. Debe recordarse que el acusado, y siempre según el sumario, estuvo correctamente representado por un abogado y un traductor cada vez que éste ofrecía una declaración. 

Además, está semana ha venido marcada por una información errónea, que en realidad se transformó en bulo. Se dijo que en su día había aparecido el tórax de Arrieta y que en el sumario se hacía mención a este hecho, pero absolutamente nada de esto es cierto, ya que una de las partes del cuerpo que nunca se encontró justamente es el torso. Seguramente, que en la transcripción del kilométrico sumario alguien escribiera la palabra tórax ejerció de confusión.

Sea como fuere, comenzaremos una semana crucial, además de definitiva, salvo que las cancelaciones sigan sosteniendo el calendario de un juicio que molesta, y de qué manera, a las autoridades locales, que prohíben el derecho a la información y prefieren que numerosos días libres obliguen a que productores en Madrid devuelvan a sus reporteras a casa, para así tratar de evitar que la ola informativa siga acercándose a un tsunami que promete colapsar en esta última semana que ya llega, donde podrían salir a la luz novedades sorprendentes.

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