Solemne bautizo de Jaime y Gabriela de Mónaco

El príncipe Alberto y la princesa Charlene salen del templo con sus hijos en brazos.
Gtres

Por Mariángel Alcázar

 

Con faldones de Dior y los ojos azules bien abiertos, Jaime y Gabriela de Mónaco han recibido hoy las aguas bautismales en una celebración católica a la que ha seguido un acto institucional y una fiesta popular que los monegascos han festejado por las calles del principado. El bautismo de los pequeños príncipes ha sido un acto público que los príncipes de Mónaco han puesto al servicio de la imagen del pequeño país mediterráneo. Una operación de propaganda y una fiesta por todo lo alto como solo Mónaco sabe hacer, en la que no han faltado las calles engalanadas, el protagonismo de los monegascos de nacionalidad y la atención de los residentes y turistas, entusiasmados por vivir en medio de la celebración de un país de cuento.

 

A las 10.30 de la mañana, los dos niños, que hoy cumplían cinco meses, han llegado a las inmediaciones del templo en brazos de sus niñeras, vestidas en tonos grises, y detrás sus padres, el príncipe Alberto y la princesa Charlène, que ha escogido un vestido con torera de color crema, y un casquete azulado para recogerse el pelo. Jaime, en brazos de su madre, y Gabriela, en brazos de su padre, han entrado en el templo a los sones del órgano y de las trompetas de una compañía de honores de la guardia del principado . Era un acto religioso pero, en un país de constitución católica, el bautismo de los príncipes ha sido también su presentación oficial a la sociedad y su entrada en la vida institucional. 

 

La catedral de San Nicolás, donde están enterrados los príncipes Rainiero y Grace, lucía como en las mejores ocasiones, adornada con más de 6.000 flores blancas y alfombras de flores amarillas en las que se habían dibujado una J y una G, entrelazadas, las iniciales de los pequeños príncipes. En el altar, el arzobispo de Mónaco, monseñor Bernard  Barsi, y en los bancos más de 700 invitados, entre los que ha destacado, como siempre, la princesa Carolina, elegantísima con un vestido azulón y una inmensa pamela gris de las que solo una primera figura como ella puede lucir. Carolina ha estado acompañada por sus hijos Andrea y  Pierre Casiraghi y Alejandra  de Hannover. Han faltado Carlota Casiraghi y Tatiana Santo Domingo, que el pasado 12 de abril, fue madre de la pequeña India, pero ha brillado especialmente Beatriz Borromeo, que ha aparecido como una reencarnación de Grace Kelly. El próximo mes de agosto, Beatrice protagonizará la nueva celebración del principado al casarse con Pierre Casiraghi. También ha estado presente en el bautizo de sus sobrinos la princesa Estefanía, con sus hijos Luis, Camila y Paulina, que se han sentado a la izquierda del altar, enfrente de los padres y los padrinos.

 

Jaime ha sido apadrinado por dos primos del príncipe Alberto, Christopher Le Vine, nieto de una hermana de Grace Kelly, y Diane de Polignac Nigra, sobrina nieta del príncipe Rainiero, cuyo padre fue el príncipe Pierre  de Polignac. Para Gabriela se han escogido dos padrinos sudafricanos, ya que la princesa Charlene, aunque nació en Rodesia (la actual Zimbabwe), siempre vivió en Sudáfrica. El hermano de Charlene, Gareth Wittstok, y Nerine Pienaar, la esposa de François Pienaar, el ex jugador de rugby sudafricano que lidera la victoria de su selección en el Mundial de Rubgy de 1995 y que, gran amigo de Nelson Mandela, inspiró la novela y la película ‘Invictus', han apadrinado a la pequeña princesa.

 

La ceremonia ha durado más de una hora y durante la liturgia de la misa los niños han quedado en segundo plano, junto a sus niñeras que los han colocado en brazos de sus padres cuando ha sido el momento de acercarse a la pila bautismal Jaime, en brazos de su madre, y Gabriela, en los de su padre, han recibido el bautismo casi por inmersión ya que sus padres les han bajado hasta el agua bendita que cubría la pila, mientras el arzobispo vertía agua sobre sus cabezas y los padrinos, detrás, contemplaban la escena.

 

La ceremonia religiosa ha concluido con la lectura de la bendición apostólica enviada por el papa Francisco y la firma de padres y padrinos en el acta bautismal.

 

Los niños, esta vez  en brazos de sus padres, han abandonado la catedral y se han colocado, junto al resto de la familia Grimaldi, en las escalinatas del templo para contemplar el primer baile en honor de los niños ejecutado por un grupo vestido con el traje popular del principado. Tras la música, de nuevo los niños han desparecido de escena mientras Alberto y Charlene recorrían las calles del casco antiguo de Mónaco en dirección al palacio, rodeados de miles de monegascos que les felicitaban y saludaban. Eran casi la una del mediodía, cuando Alberto y Charlène han entrado en el palacio donde tendrá lugar la recepción a los 300 invitados, una celebración que se completará con una verbena popular. 

 

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