Anoche Suso siguió con su papel de machirulo que ha llevado durante todo GH16. Un papel que deseamos que no fuera real y que una vez en plató se le bajaran los humitos… nos equivocamos. Cuando entró, empezó a oír que lo abucheaban, se encaró con el público y llamó “payasos” a los allí presentes. Mal empezaba.
Mercedes, que ha mostrado alguna vez su simpatía hacía el catalán pese a que este representa algunas de las cosas que más odia, como la chulería y el machismo, tenía ganas de tenerlo delante. Él iba muerto de miedo. Nos quedamos con uno de los momentos claves que no sabemos si os fijasteis. Él entró, saludó a Mercedes, trató de ganársela con piropos baratos y se empeñó en darle una vuelta como si fuera un animal de competición al que uno exhibe orgulloso de lo bien amaestrado que tiene al animal. Él quería darle la vuelta, ella tenía los pies muy plantados y tras un titubeo, Suso fue el que acabó dando la vuelta. Mercedes se exhibirá si ella quiere, no porque la obligue un chico de 22 años. ¡Solo faltaba!
Cuando Suso encaró la entrevista, no hacía más que mirar a su madre, buscando esconderse entre sus faldas. Sabía que no había tenido una conducta ejemplar y eso se notaba en su lenguaje corporal. Con cada vídeo que veía, más vergüenza sentía. Dice que no se arrepiente de nada de lo que ha dicho o hecho, tan solo puede que le hayan perdido las formas.
Hubiéramos querido encontrarnos a un Suso más real, sincero, que se dejara la armadura en casa y pusiera todos sus sentimientos sobre la mesa, no que mantuviera la impostada pose que luce con los otros chicos de la casa. Sabemos que él no es así, lo hemos visto cuando le pidió perdón a Sofía por algunas de las cosas que le había dicho, como los desprecios, los “quita, quita” y todas las demás cosas que dejaban a la chica a la altura del betún. “No lo veo bien... Tengo dos hermanas y se me parte el corazón".
Se encaró con Maite y aseguró que su comportamiento había perjudicado a Sofía, pero lo curioso de todo esto es que la joven sigue dentro del reality y él está fuera.
Estaba rabioso y solo lo vimos ablandarse cuando la protagonista de sus conversaciones era su madre, que lo mira embelesada, y a la que lo primero que hizo fue pedirle perdón por el daño que hubiera podido ocasionarle. Al final, Suso solo es un niño asustado...