¡Don Juan Carlos! Ya recluido en Zarzuela, falta lo más duro. Una rehabilitación dolorosa y complicada. Lo único bueno es que, a raíz de las informaciones sobre la soledad del rey que hemos ido aportando, va recomponiéndose su viejo grupo de amistades. Amigos de la infancia de Estoril, de Zaragoza, compañeros de cacerías, alguno de la época del Valle de Arán… Nobles catalanes que nunca han dejado de apoyarlo. Y también amigas, María Gabriela de Saboya, Marta Gayá y otras damas no conocidas… ¡Ha habido tantas!

Me llaman de medios extranjeros asombrados por el interés que despierta aún el emérito: “Pero ¿tan buen rey ha sido?”. Yo me quedo con la socarrona respuesta que dio su amigo, el doctor Puigvert, en una entrevista que le hizo José Luis de Villalonga: “¿Juan Carlos? Mire, usted, yo prefiero un gobernante como Luis XVI, amante de las mujeres, del buen comer y del mejor beber, satisfecho con la vida y tolerante con los defectos de los demás, que un gobernante austero como Franco o Hitler, porque estos suelen ser crueles y deshumanizados, con una tendencia alarmante a aplicar la pena de muerte”.