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"Enrique Iglesias canta horrorosamente". Me lo cuenta una de las organizadoras de la gala Starlite de Marbella, donde actuó el hijo de Julio e Isabel Preysler hace dos años. “Será un genio en cuanto a márketing y presencia en el escenario, pero hubo un problema de sonido, se quedó sin playback y no sabes los graznidos que pegó. Ni voz, ni ritmo, ni nada. ¡Aullaba y chillaba!”. ¿Y qué hizo entonces?, pregunto. “¡Se desesperó, empezó a desorbitar los ojos y optó por la opción más sencilla: obligó a subir al escenario a todo dios y mandó cantar a los coros, a los músicos. ¡No volvió a abrir la boca y yo estaba enferma de vergüenza ajena!”. Estamos en la inmortal Marbella comentando el video que corre estos días por las redes sobre otra metedura de pata similar del propio Enrique. La elegante dama pone los ojos en blanco: “Totalmente distinto a su padre. Julio tuvo el mismo problema de sonido y cantó ‘a capella’ durante dos horas”. Otra amiga presente arguye: “Bueno, es que él no canta, solo susurra”. Y nos levantamos todas como un solo hombre: “¡Julio no canta, encanta, y con eso es suficiente!”