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Una cosa que me ha gustado de esta edición: que todos hablen bien de Dani Rovira. Presentar una gala de esas características es complicadísimo porque todo el mundo está pendiente de que metas un poco la pata para poder hacer una crónica con vidilla. Que todos hablen bien de Rovira dice mucho de él, por supuesto, pero también de los que valoran su trabajo porque a veces parece que nos cuesta rendirnos al talento ajeno. Dani Rovira lo tiene todo: es muy bueno en lo suyo y además cae bien. Todo lo contrario que el ministro Wert, que no tiene ni idea de lo que hace –ni le interesa– y encima cae rematadamente mal. Pero a él parece no importarle: prefiere asistir a sitios donde recibe toneladas de desprecio a llevar una vida alejada del ministerio. O le va la marcha o le va mucho un cargo. O ambas cosas. Como siempre que aparece en un acto en España, agrandamos demasiado la lupa sobre lo que lleva o no lleva y cómo lo lleva Penélope Cruz. A mí Penélope me cae tan bien que siempre la veo guapa. En esta ocasión se han metido con su pelo pero al día siguiente de los Goya di en un canal con la película ‘Volver’ y me di cuenta de que llevaba más o menos el mismo. Penélope es un trueno de mujer: bellísima, con una sonrisa preciosa y un cuerpo que no le va a la zaga. Creo sinceramente que desde que se fue a Estados Unidos somos demasiado exigentes con ella.
No puedo dejar de nombrar aquí lo bien que estuvo Miguel Poveda. Es un artista único. Impresiona escucharlo. Sin lugar a dudas de lo mejor que hay, ha habido y habrá en este país. Algo histórico.