No he probado uno mejor en mi vida. Y es que a ella le salía como a nadie. Ella era mi abuela. Y él, su pisto. Gregoria era de un pueblecito de Cuenca, Sisante, a un paso de los molinos de viento que asustaron a Don Quijote. Su pisto no debía ser muy distinto al que mencionaba el famoso hidalgo de La Mancha, pero tampoco puedo asegurar que fuera exactamente la misma receta. Porque recetas de pisto hay muchas: con berenjena, sin berenjena, con o sin calabacín, con o sin huevo frito...
El pisto nació, como tantas otras recetas humildes, como un plato de aprovechamiento con el que se alimentaban los trabajadores del campo. Y aunque se le pueden añadir otras verduras, las que no pueden faltar son el pimiento (verde y rojo) y el tomate. Mi abuela no le ponía nada más y te aseguro que no le hacía ninguna falta.
Eso sí, se pasaba media mañana cocinando el pisto. Lavaba las hortalizas a conciencia, cortaba los pimientos "ni muy grandes, ni muy pequeños" –decía–, rallaba el tomate y luego, los freía por separado, en un buen aceite de oliva, a fuego lento. "Tiene que quedar todo bien consentido", aconsejaba. Al final los mezclaba... y era pura magia.
El olor del pimiento frito inundaba toda la casa. Despertaba los sentidos. Y cuando por fin le tocaba el turno al gusto... ¡qué gusto! Tenía que darse prisa para que no fuera "pisto y no visto" y guardar una parte en tarros para que quedara algo para otro día. Porque esta es una de esas recetas que se pueden comer calientes, templadas o frías (a mí me encanta directamente de la nevera, lo confieso).
No es la única fritada de verduras que existe. Podríamos jugar a las 10 diferencias con otras elaboraciones que se le parecen mucho. La samfaina catalana, el tumbet mallorquín, la ratatouille francesa, la caponata italiana, la peperonata siciliana o el lecsó húngaro, por ejemplo.
Tener un tarro de pisto (o de cualquiera de sus recetas primas hermanas) en la nevera te da la posibilidad de acompañar una carne o un pescado, de preparar una comida rápida con un huevo frito (o dos), unas cestitas para el aperitivo como las de la foto de esta newsletter, un relleno para calamares, pechugas de pollo y empanadillas o unos glamurosos rollitos de lubina para una comida de fiesta. Y muchas recetas más. Ahora que lo pienso... ¿será el pisto el precursor del batchcooking?
Muchas gracias por estar al otro lado de la pantalla. El viernes que viene, más.
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